Francis Caamaño: el carismástico líder de la revolución de abril

Francis Caamaño: el carismástico líder de la revolución de abril

Francisco Alberto Caamaño Deñó, el líder máximo de la revolución de abril, el resuelto comandante de Caracoles, no reivindicó ninguna acción negativa del pasado cuando decidió abandonar los cuarteles para asumir la defensa del pueblo porque en su historial como militar no hubo actuaciones represivas, desechó la corrupción, no aprovechó la privilegiada posición de su padre, durante el trujillato, para beneficiarse, ni se plegó a los caprichos del tirano y su familia, al contrario, formando parte de la comitiva de Angelita, la hija del sátrapa, arrojó indignado unas gomas de mascar cuando la consentida Reina de la Feria de la Paz le pedía con insistencia el dulce en un hotel estadounidense. “¡A mí no me pidan más chiclets!”, reaccionó tirándolos, a la tercera petición.

Aunque fue en la guerra de 1965 cuando se acrecentó su personalidad carismática, ya había puesto de manifiesto su liderazgo y firme autoridad en las ocasiones en que se rebeló contra Belisario Peguero, el jefe policial durante el Triunvirato, en lucha contra la corrupción imperante en los cuerpos castrenses. “Se sublevaron él y José de Jesús Morillo López, uno en Radio Patrulla y otro en el Palacio Nacional. Los chivatearon, los arrestaron. El Presidente y los altos mandos los acusaron de rebeldía y él replicó que los acusaban a ellos de corrupción. Estuvieron cinco días en alta mar y en el ínterin los nombraron cónsules en Kingston y Montego Bay, se negaron y a Morillo lo pasaron al CEFA y a Francis a la Fuerza Aérea”, cuenta Nivio Caamaño Sánchez, el primo predilecto del ex Presidente Constitucional.

Él, junto a María Milagros, la hermana menor del revolucionario, Pedro Dipp Caamaño, su sobrino, y Fellita Caamaño Grullón, la prima que lo acompañó durante la contienda bélica y siguió unida a él en Londres, narraron entre prolongados sollozos y obligadas sonrisas la vida poco conocida del soldado cuyo temperamento se tornó más humano y sensible después de hacer un cursillo de cristiandad. Entonces su figura devota se hizo frecuente en la iglesia de San Juan Bosco, y su catolicismo se afianzó con su boda. Esos días de recogimiento y reflexión borraron de su mente el llanto lastimoso del campesino que cayó en Palma Sola, en 1962, suplicándole: “Ay, no me mates”.

La tragedia de Palma Sola, aclaran, no es un punto oscuro en el pasado de Caamaño. Nivio explica: “Los mellizos de Palma Sola eran amigos de nuestro tío Plutarco Caamaño. Esa amistad hace posible una reunión de Francis, el general Rodríguez Reyes y los mellizos, en Palma Sola. Cuando ocurren los incidentes, no era la primera vez que Francis y el general se juntaba con ellos, iban desarmados porque ya eran conocidos. El día del hecho, se iba a hacer un encuentro en gran escala con el Procurador General de la República, García Vásquez, pero, por instrucciones de alguien se produce el caso. Rodríguez Reyes y Francis fueron víctimas de una provocación porque se sabía que Rodríguez iba a ser el secretario de las Fuerzas Armadas con Juan Bosch”.

Rodríguez Reyes es asesinado, a Francis lo hieren y, sangrando, perdiendo el conocimiento, repara en el campesino con un machete decidido a cercenar la cabeza de Guzmán Acosta, el segundo al mando. Mira que Francis lo está apuntando y exclama: «Ay, no me mates”, pero cuando lo dijo, ya Francis había halado el gatillo, salvándole la vida a Guzmán, acota Fellita. “Ese grito lo llevaba dentro, lo oía constantemente, porque no era gente de matar por matar. Él fue una víctima de Palma Sola”.

A tal grado llegaba la sensibilidad del ex jefe de los Cascos Blancos, dicen, que le costaba imponer sanciones a los oficiales que se iban “de lechuza”. En una ocasión prefirió irse a los puños con un guardia en falta, refiere Nivio. “Era excesivamente honesto, excepcionalmente humano, respetuoso de sus superiores, desinteresado de las riquezas materiales, un familiar cálido, amigo de hacer bromas en el hogar”, señalan, al tiempo que muestran enternecedoras cartas enviadas a los hermanos y a la madre.

Su amor por los más pobres no sólo se puso de manifiesto en las luchas públicas que libró en procura de igualdad social. Repetía que de tener poder, pues no le importaba la presidencia de la República, según afirmaba, la finca de su padre sería la primera que pasaría a la reforma agraria y a la familia la enviaría a los pueblos para que no aspiraran posiciones públicas. Estando en Londres, su padre, cuentan, fue dos veces de emisario de políticos influyentes que le preponían la candidatura presidencial y él le pidió: “No vuelvas”. El día que Fellita le leyó un periódico en donde se publicaba esta posibilidad reaccionó: “Prima, yo soy un militar vestido de civil porque la Patria así me lo exige”.

Como prueba de la honradez y la humildad de su relevante pariente, revelan que cuando viajó a Londres como Agregado Militar cambió los pasajes de primera clase por económicos y devolvió los dólares restantes al Estado Dominicano. “Un setenta por ciento de los ricos de este país han pasado por los gobiernos y tú oyes esa misma gente, desde 1930, hasta hoy, y no ves un solo Caamaño que se haya hecho rico a través de un gobierno, los pocos que hemos sido funcionarios de quinta categoría, nunca hemos estado involucrados en actos de-¿Y don Fausto, el padre de Francis que fue una figura influyente en la dictadura?-, se le pregunta. “Fausto Caamaño “murió” cuando murió Trujillo”, responden significando que quedó sin funciones. Se les señala que por lo menos tuvo privilegios y aducen que “de poder, no de riquezas, que nadie las tenía entonces”. Desmienten que fuera arbitrario, pero “sí rígido y justo. Todos los militares de alto rango, como era él, se fueron del país después del ajusticiamiento de Trujillo. Él quedó aquí, falleció en 1986, nunca lo persiguieron, muchos antitrujillistas deben la vida a ese individuo que era capaz de esconderlos cuando Trujillo mandaba a que los desaparecieran”, significa Nivio. “Francis nunca tuvo privilegios por ser hijo de Fausto Caamaño, que era un papá psicorígido, que no permitía que a su hijo lo ascendieran por el apellido. Estuvo ocho años como capitán”.

[b]BUEN TIRADOR, PÉSIMO BAILADOR[/b]

Francisco Alberto Caamaño Deñó, cuyo nombre lleva la que fuera avenida Del Puerto, nació en Santo Domingo el once de junio de 1932, hijo del teniente general Fausto Caamaño Medina y Nonín Deñó de Caamaño. Tuvo siete hermanos: Fausto Manuel, Emerson Leonidas, Álvaro Sigfrido, fallecidos, y Luis Ángel, Freddy Rafael, María Milagros y Josefina. Después de estudios en el colegio Luis Muñoz Rivera ingresó a la Marina de Guerra, a los quince años. Con rango de mayor pasó a la Policía Nacional y de ahí al Cuerpo de los Cascos Blancos. Recibió entrenamiento militar en Estados Unidos y Panamá. En 1964, con rango de teniente coronel, ocupó la comandancia de Radio Patrulla. Ese año se unió al grupo conspirador que dirigió el coronel Rafael Fernández Domínguez para derrocar el régimen de facto de Donald Reid Cabral y retornar al orden constitucional desaparecido en 1963 con el derrocamiento de Juan Bosch. Cuando estalló la revolución de abril de 1965 estaba en la Fuerza Aérea con rango de coronel.

Estuvo casado con María Paula Acevedo (Chichita), madre de sus hijos Alberto Alexander, Francis Alexander y Paola Alexandra. Fruto de su unión con Vicenta Vélez Catrain son Tania Quisqueya y Román Ernesto.

El amigo y compadre inseparable de Julio Alberto Rib Santamaría (Chanquilón), Manuel Ramón Montes Arache y Giovanny Gutiérrez, gustaba tocar piano. Milagros lo recuerda interpretar Perfidia y evoca su temperamento bohemio, cariñoso, romántico, “aunque era tímido. No sabía bailar, era sordo de los pies”. Pero era gran jugador de ping pong y campeón de tiros.

Pedro revive al ser humano: “Aprendí lo que era un papá cuando viví con él en Londres, a los seis años. Era inmensamente conversador y juguetón”. Para Nivio, su primo “es ejemplo del desinterés, teniéndolo todo abrazó un ideal donde solamente existía su pueblo. Desgraciadamente lo sacrificó todo y no se ha hecho absolutamente nada para mantener esos principios porque todos los que vienen a los gobiernos tratan de hacerse ricos a través del pueblo”.

Milagros prefiere describir a su hermano leyendo las cartas que él escribía aunque la lectura le provoque llanto. Todos lloran. ¿Por qué? “De dolor, rebeldía, impotencia, rabia…, dice la hermana. Nivio lamenta que “se nos fuera a destiempo”. Para Fellita es nuestro ejemplo más viviente”.

Francis fue asesinado el dieciséis de febrero de 1973 después de ser capturado en Nizaíto, San José de Ocoa, luego del desembarco por Playa Caracoles, junto a nueve guerrilleros, el tres de febrero de 1973.

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