FREDDIE CABRAL, PREMIO CORRIPIO 2018

FREDDIE CABRAL, PREMIO CORRIPIO 2018

Entre la morosidad del sector privado y las desventuras del arte público, los escultores están confrontando serias dificultades. El hecho de que la Fundación Corripio haya atribuido, este año, el Premio de la categoría Arte a la escultura es motivo de regocijo y tal vez despierte esperanzas dormidas…

A unanimidad, el jurado de premiación ha atribuido este magno galardón al maestro Freddie Cabral por sus múltiples méritos de creatividad, enseñanza, investigación, entrega, persistencia durante más de cuarenta años de un trabajo arduo que engalana de solidaridad profesional y estímulo a las generaciones venideras.
En ese escultor, cuya felicidad siempre se enraizó en el taller y jornadas sin límites de día y de noche, el Premio de la Fundación Corripio provocó una honda emoción… y la más grata sorpresa. Hay temperamentos que, como el de Freddie Cabral, se acostumbran a dar mucho más que a recibir.

Vocación, formación, acción. Freddie Cabral manifestaba sensibilidad por el arte desde pequeñito, bocetando, coloreando, fabricando juguetes. Formalizó su vocación con siete años de estudios especializados, arquitectura primero; luego, artes plásticas.
Pero más por experiencia y actividades propias él “descubrió” su talento escultórico a la vez que pintaba. Su primera e inolvidable individual fue en 1977 en Casa de Teatro, cuyo “duende”, Freddy Ginebra, lo acogió y estimuló su destino.
Una etapa fundamental se materializó en la Escuela Superior de Bellas Artes de París, de donde se graduó Freddie en el 1983. Ansioso de aprender más y más, se marchó a Puerto Rico, y luego, años de trabajo, con exposiciones y encargos, transcurrieron en los Estados Unidos. La escultura en metal era su pasión… ¡Hasta le pusieron el apodo de “Rey del Metal”!
Desde la última década del siglo pasado, Freddie Cabral, al que situaron “entre los mejores escultores de América” ha ido cosechando premios y distinciones.
Ahora bien, sin que descuide la parte internacional, él se ha asentado en Santo Domingo y ha establecido su sede permanente… para un obsesivo y entusiasta quehacer diario, en su morada de Villa Juana.

Taller, casa, museo. Podemos prescindir de una calificación específica como museo, porque el hogar de Freddie Cabral, obviamente –y desde la entrada, con su empinada escalera–, conjuga, simultáneamente, la casa, el museo, el taller –casi secreto y difícil de encontrar para los extraños…
El artista es el guía y anfitrión que conduce a sus visitantes por un dédalo increíble de recovecos y habitaciones, siendo una revelación tras otra. Casi nos sentimos embriagados ante tantos espacios, tantas obras y, al mismo tiempo, tanta organización.
La productividad de Freddie Cabral no tiene ni concibe fronteras. Las ideas y la inspiración brotan; la fuerza de carácter, el trabajo, el oficio hacen el resto. Posición y disposición no han cambiado a través de los años y esta asombrosa exposición permanente de cientos de piezas es su testimonio.
En este universo, fruto de dinamismo y energía singulares, se suceden y cohabitan todos los formatos, desde la majestuosidad primordial de un trono –reservado al descanso y a invitados privilegiados– hasta pequeños “enredos” de formas barrocas y misteriosas.
Freddy Cabral no solamente domina el metal, de hecho, los metales: bronce hierro, cobre, aluminio y cuantas aleaciones: es una especialidad que pronto le ha dado fama. Sin embargo, la madera –evidentemente–, el yeso, el barro, la resina, el plástico, son también materiales para su escultura, discrecionales todos para un manejo experto y experimental.
La tradición no impone sus leyes, figurativas o abstractas, sino la motivación y la disponibilidad. Vale señalar que Freddie Cabral ha incluido el reciclaje dentro de sus hallazgos… En sus manos, un objeto, un fragmento, un residuo cobran exclusividad espacial y tridimensional. La apropiación es transformación, física y conceptual.
Ahora bien, en esta casa-museo, no solamente llaman atención y curiosidad las esculturas, sino las pinturas –categoría que primó en los inicios–, y también documentos de exposiciones. Tampoco faltan obras de otros artistas: no olvidamos a este respecto preocupación y consideración por los demás, que culminó en la presidencia de la Unión de Escultores Dominicanos.

Exposiciones y proyectos. Freddie Cabral es un artista que ha expuesto individual y colectivamente, aquí e internacionalmente, muchas veces. Pero, al ser tan discreto y “encerrado” en su obra, no siempre nos percatamos de esta frecuencia.
Muy recientemente, él presentó dos exposiciones personales fuera de lo común,
“Fauna fantástica” en Abad Gallery, y “Regreso al nido, 41 años después” en Casa de Teatro.
La primera, insólita, exhibía una versión de reciclaje: pedazos de madera, testimonios residuales de las mareas, “cosas” encontradas… A veces, Freddie Cabral les agregaba elementos y/o (re)pulía la textura de origen, otras las dejaba casi intactas: su imaginación y la nuestra les conferían una nueva vida dentro de la naturaleza y la fauna. Una muestra extraña, ecológica y atractiva, complementada por un conversatorio.
La segunda, impresionante, y entre las mejores presentadas por Freddie Cabral, compuesta por piezas de metal cuidadosamente seleccionadas, conmemoraba la primera individual, en esa misma casa de la amistad, ya bajo la égida de Freddy Ginebra, que, muy emocionado, recordó que el pasado se renueva en el presente…
El Premio de Escultura, atribuido por la Fundación Corripio es celebración y reconocimiento. Es indiscutible que esta presea contribuirá a gestar proyectos en Freddie Cabral, un gran artista cuyo avance, laboriosidad, manejo simultáneo de materiales, el arquitecto y crítico César Iván Feris Iglesias ha ponderado enfáticamente.

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