El dominico brasileño Carlos Alberto Libânio Christo (Frei Betto) advirtió que todos los países de América Latina están en crisis, porque siguen siendo gobernados por gente progresista y se ha perdido mucho referente, como en el caso de Brasil, donde afirmó que ahora tienen un Gobierno golpista.

El dirigente revolucionario, exintegrante de la Juventud Estudiante Católica de Brasil, exprisionero político y escritor de unos 60 libros de ideología política, teme que la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, sea destituida del cargo, mediante el juicio político que se le va a conocer.

Declaró que no saben exactamente qué va a pasar en Brasil, debido a que en este mes de agosto, el Senado le va a hacer un juicio político a la presidenta Dilma Rousseff y hay como seis senadores que están indecisos, capaces de definir la situación. “Yo confieso que no soy muy optimista, porque muchos de esos senadores han sido ministros del Gobierno de Lula (Luiz Inácio Lula da Silva, expresidente de Brasil)”, dijo. Expresó que por tal motivo, esos senadores no tienen razón para ser indecisos. No está seguro de que esos funcionarios vayan a comportarse bien cuando enjuicien a la mandataria suspendida. Cree que se debe esperar el proceso, pero entiende que de todas maneras, hay que seguir presionando.

Insta a los dominicanos y a los demás pueblos amigos de Brasil a manifestarse mediante el envió de cartas, de correos electrónicos al Senado y a la embajada de Brasil, denunciando el golde contra Dilma y “esperando que la legítima presidenta pueda volver al poder. Es muy importante”.

Durante su visita reciente a la República Dominicana, Betto le dijo a los brasileños que esta es la tarea. Sostuvo que se han cometido algunos equívocos y deben trabajar con profundidad, con humildad.

Riqueza sin conciencia. A juicio del escritor y ensayista, quizás el error fue garantizarle a la gente mejoría de vida en cantidades materiales, “mejor salario, mejores viviendas, mejor acceso a bienes personales: nevera, televisores, celulares, computadoras, crédito para comprar una vaca, para mejorar su pequeña propiedad agrícola, “pero no hemos hecho un trabajo político con esa gente beneficiada por nuestros gobiernos”. El religioso atacó el consumismo de los ciudadanos en las naciones, sin crear conciencia, y advirtió que cuando un Gobierno garantiza a la gente bienes materiales y no garantiza lo más importante, que son los bienes de la formación, esa gente siempre va a querer tener más, desde una bicicleta, un carro, un camión.

Le dijo a los gobernantes de la región que deben recordar que el deseo humano no tiene barrera y que lo que hace de una persona es la militancia política.

Planteó que la diferencia entre un ciudadano común y un militante político está en que el primero es una persona que tiene una percepción de la vida como mero fenómeno biológico, que nunca se ha metido en política, pese a ser una persona dedicada.

Mientras un militante político es la persona que tiene la percepción de la vida como fenómeno biográfico y piensa: “mi vida es parte la historia de una clase, del pueblo, de una nación, de una coyuntura internacional. En su afán de que los pueblos de América Latina vuelvan a formar a los ciudadanos en la militancia política y se orienten a trabajar solo para gastar más dinero en lo material, Betto enfocó su conferencia durante el VIII Encuentro Continental de Solidaridad con Cuba para dejar claro que los excesos de la vida no solo se soportan por la conciencia humana.

Recordó que los prisioneros comunes sufren más que los prisioneros políticos, porque para el primero, no tiene sentido estar en la cárcel, sin embargo, “para nosotros la cárcel está en nuestro horizonte militante”. Esta frase fue aplaudida por los revolucionarios de decenas de países que escucharon su ponencia en el auditorio Manuel del Cabral de la Biblioteca Pedro Mir, en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

Betto, quien se considera netamente dominicano y se declara amigo de Fidel Castro, comentó un diálogo de Castro, líder de la Revolución cubana, quien le aseguró que un revolucionario podía perderlo todo: la casa, la libertad por tener que ir a la cárcel, el empleo por una causa, la familia, su patria por tener que exiliarse; perder hasta la vida si es preciso, “pero lo único que no puede perder es la moral”. Dejó el mensaje de que cuando mayores son los sufrimientos, es cuando menos se asumen esos sufrimiento.