Fundación ayuda niños con SIDA

Fundación ayuda niños con SIDA

POR ENRIQUE GONZÁLEZ
La pequeña Estefanía, de sólo dos años de edad, quedó huérfana de madre con una de las peores herencias posibles: la infección del virus del Sida. Poco después del fallecimiento, su padre la dejó en manos de su abuela, que no supo o no pudo proporcionarle la atención adecuada para un menor enfermo. La niña pasaba los días sentada en una esquina de la casa porque no sabía caminar. Sus únicas salidas de las cuatro paredes del domicilio eran para ser ingresada en el hospital de Boca Chica por desnutrición, parasitismo o cualquier patología que pudiera producirse.

Hace un año, los miembros del Consejo Presidencial de Sida (COPRESIDA), solicitaron a la Fundación Remar su internamiento en el hogar para menores enfermos de esta pandemia. SANISI, cuyas siglas significan Salvando Niños con Sida, es una casa de acogida en la que viven actualmente 15 pequeños infectados por sus madres al nacer.

Allí Estefanía recibe la alimentación y los medicamentos necesarios para poder tener la vida de cualquier otro pequeño. Desde que salió de la vivienda de su abuela hasta ahora ha comenzado a dar sus primeros pasos.

Esta residencia es una alternativa para los niños portadores de VIH -la mayor parte carentes de padre y madre- que tienen familias que no se pueden hacerse cargo de ellos, bien por desinterés o bien por la escasez de recursos económicos para comprar los retrovirales necesarios. «La mayoría de ellos vienen faltos de afecto, con desnutrición, con infecciones…», explica Viviam de Murillo, una misionera guatemalteca que convive con las niñas en el hogar SANISI.

La Fundación Remar trabaja de manera conjunta con la Dirección General de Infecciones de Transmisión Sexual y Sida (DIGECITSS) para tratar su enfermedad. La primera se encarga de acoger a los pequeños y el organismo de estudio del VIH se ocupa de realizar chequeos médicos semanales y de suministrar los retrovirales.

La mayoría de los menores que viven en SANISI no llegan a los ocho años y algunos todavía ni si quiera han aprendido a hablar, pero muchos saben que algo es extraño en ellos. Oscar Enríquez, el enfermero y responsable de la clínica de este centro, asegura que «muchos lo saben porque sus familias ya les han dicho algo. Cuando vienen se les explica detenidamente, con respecto a su edad, hasta el punto de que muchos saben que los medicamentos, la alimentación, el cuidado y la salud van a mejorar su calidad de vida».

Sin embargo, el comportamiento de estos niños no es diferente al de cualquier otro. «Participan en el colegio como uno más, salen de paseo o van a la playa normalmente», asegura Enríquez.

El virus del VIH hace más complicada su vida, en algunos casos, cuando saben que quienes han de estar a su lado no lo están. El domingo es el día para las visitas de los familiares de los pequeños, pero a muchos de ellos no va nadie a verles. «Entonces sienten que los afecta, porque no tienen contacto con su familia», cuenta el medico del hogar de la Fundación Remar. «Muchos son huérfanos y por eso sus familiares más cercanos son sus tíos o abuelos, que no los visitan ni los apoyan como deberían», añade.

Todos los niños que viven con VIH en el hogar SANISI, fueron infectados por sus madres al nacer. Se estima que de los 64,000 portadores del virus del Sida en República Dominicana, el 2,1 por ciento son menores cuyas madres han contagiado, según los datos de DIGECITSS.

HOGAR SANISI

El hogar para niños con Sida de la Fundación Remar, situado a 14 kilómetros de Santo Domingo, por la autopista de Las Américas, abrió sus puertas en mayo del año pasado. En unos meses han conseguido que un grupo de menores portadores de VIH tengan una oportunidad de crecer en las mismas condiciones que el resto. 

Alguno de ellos no saben todavía qué es lo que les sucede exactamente, por su escasa edad. Pero los que tienen ciertas nociones de lo significa tener Sida «lo asumen con valentía», explica Enríquez.

«Nosotros intentamos proyectarles que tienen un futuro muy bueno y que crecerán como ciudadanos que tienen que colaborar con los demás», añade.

El centro es un edificio de tres plantas en las que los pequeños ven atendidas sus necesidades. Desde la enfermería y el consultorio médico, a los cuartos y salas para estudiar y divertirse con juguetes.

Todavía es pronto para evaluar cuál puede ser el futuro que les espera a estos menores, pero el objetivo marcado por la fundación para ellos parecer estar cumpliéndose. Crecen, viven y se comportan como lo que son: niños.

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