Ginebra, la Roma protestante

Ginebra, la Roma protestante

Aunque ahora es de mayoría católica a causa de la inmigración, Ginebra es conocida como la Roma protestante y el Museo Internacional de la Reforma (MIR) ofrece de forma didáctica e interactiva una detallada crónica del movimiento que en el siglo XVI puso fin a la unidad del catolicismo.

El objetivo del museo es, según su directora, Isabelle Graesslé, “mostrar la historia de la Reforma de una forma apasionante y accesible”, de ahí que sean los hologramas de los principales reformadores, Martín Lutero y Juan Calvino, quienes expliquen las bases del protestantismo en un montaje audiovisual.

Su innovador planteamiento y su presentación didáctica e interactiva le valieron el pasado abril, el premio del Museo 2007 del Consejo de Europa, un galardón que se concede anualmente desde 1977 en reconocimiento a la labor realizada a favor de una mejor comprensión de la cultura europea.

El museo, que desde su apertura en abril de 2005 recibe más de 25.000 visitantes cada año, ocupa la planta baja y el sótano de un majestuoso edificio del siglo XVII, la Maison Mallet, unido a la catedral Saint-Pierre mediante un pasaje subterráneo.

A través de una rica iconografía, proyecciones audiovisuales y numerosos documentos escritos, el museo ofrece una detallada crónica de la Reforma, desde sus orígenes hasta la actualidad, cuando cuenta con más de 500 millones de fieles, cifra que aumenta con la expansión del protestantismo por África, América Latina y Asia.

LA REFORMA

Durante el siglo XVI, la Iglesia cristiana sufrió una importante crisis a causa de la corrupción eclesiástica, especialmente, a raíz de la venta de indulgencias para financiar la construcción de la basílica de San Pedro, y surgió un movimiento, la Reforma, que apostaba por regresar al cristianismo más primitivo.

La crisis dividió Europa entre los países que reconocían al Papa como jefe supremo de la Iglesia y los que rechazaban sus pretensiones de dominio sobre toda la cristiandad, lo que fomentó todo tipo de odios y de guerras de religiones en el Viejo Continente.

El padre de este movimiento religioso es el monje alemán Martín Lutero quien en 1517 presentó las “95 tesis de Wittenberg”, desarrolladas a partir del estudio profundo de las Escrituras, que fueron difundidas rápidamente por toda Europa gracias a la imprenta.

El protestantismo sostiene que todos los hombres son capaces de interpretar las Escrituras y que ése es el único camino para alcanzar la fe. Por esa razón los primeros reformadores tradujeron la Biblia del griego y el hebreo al alemán, al francés y al inglés, e impulsaron su difusión mediante la imprenta.

Así lo explica la primera sala del museo, pero, como señala su directora, los impulsores de la Reforma se encontraron con altos índices de analfabetismo. En Ginebra, por ejemplo, “sólo el uno por ciento de la población sabía leer y escribir”, apunta. Por esa razón, el principal exponente de la Reforma suiza, el teólogo y jurista francés Juan Calvino, construyó una escuela en el centro de la ciudad que, no sólo sigue en funcionamiento, aunque el edificio se encuentra en un estado lamentable, sino que todavía hoy goza de muy buena reputación entre estudiantes y docentes.

CALVINO

El francés Guillaume Farel introdujo la Reforma en Ginebra en 1535 pero fue Calvino quien la convirtió en la “Roma protestante” y quien prohibió los bailes, las canciones, los espectáculos y las bebidas alcohólicas para que todos los habitantes llevaran una vida virtuosa y sin pecado, y así lograran la salvación.

Sin embargo, Calvino creía que ir al cielo o al infierno no dependía de las acciones de los hombres sino que todos estaban predestinados porque era Dios quien, antes del nacimiento, decidía si se salvarían o no.

El museo presenta, a través de un espectáculo audiovisual, el debate sobre la predestinación como una discusión que mantienen durante una cena importantes teólogos y pensadores de los siglos XVI y XVII, desde Calvino hasta Jean Jacques Rousseau.

La predestinación fue una de las principales diferencias entre Calvino y Lutero, pero hubo más, como la Eucaristía. Mientras el primero sostenía que el pan y el vino son una representación simbólica del cuerpo y la sangre de Cristo, el segundo aseguraba que sí estaba presente en ellos.

Aunque sí coincidía, por ejemplo, en la eliminación de los elementos supersticiosos del catolicismo, entre ellos las imágenes y reliquias religiosas. Por esa razón, las iglesias protestantes, como la catedral de Ginebra, se caracterizan por su austeridad y la falta de imágenes de la Santísima Trinidad, de María y de los santos.

Un centenar de libros y grabados del siglo XVI, cedidos por el coleccionista Jean Paul Barbier-Mueller, muestran la expansión de la Reforma en Francia y los duros enfrentamientos entre católicos y protestantes, como la masacre que tuvo lugar en París la noche del 24 de agosto de 1572, día de San Bartolomé, cuando fueron asesinados cerca de 3.000 caballeros protestantes.

La persecución religiosa forzó a huir a 200.000 franceses, lo que favoreció la expansión del protestantismo por todo el mundo, y obligó a los que permanecieron en ese país a agudizar el ingenio para esconder su religión y sus signos de identidad. El museo conserva una Biblia, casi devorada por el fuego, ya que se escondía en una chimenea, un cáliz desmontable del siglo XVIII y una moneda especial que utilizaban los protestantes para identificarse entre ellos.

EL PROTESTANTISMO MODERNO

El MIR cuanta con una sala repleta de pinturas del siglo XIX que muestran la tranquilidad de ese periodo, y otra que analiza el protestantismo actual, el diálogo ecuménico e interreligioso y la entrada de las mujeres al ministerio pastoral.

El museo prevé ampliar ese último espacio y crear uno nuevo dedicado al siglo XXI antes del 2009, cuando conmemorará el 500 aniversario del nacimiento de Calvino.

No sólo el Museo celebra esa efeméride. En 1909, la ciudad erigió en el céntrico parque de Bastions el Muro de los Reformadores, un monumento de 18 metros de largo dedicado a los principales impulsores de la Reforma: Martin Lutero, el suizo alemán Ulrich Ziwgli, Guillaume Farel, Juan Calvino, su sucesor, Théodore de Bèze, y el escocés John Knox, que llevó el movimiento a su país.
/EFE REPORTAJES

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