Golf: el juego de los ricos ociosos vuelve a la Cuba

Golf: el juego de los ricos ociosos vuelve a la Cuba

Ezra Fieser y David Rocks

Al igual que la mayoría de los pueblos cubanos, Carbonera consiste en ruinosos monoblocks de hormigón pintados de celeste, rosa y verde dispuestos a lo largo de calles de tierra con baches con un pequeño almacén general. London and Regional Properties Ltd. se está preparando para invertir allí US$500 millones.

El desarrollador británico planea construir una cancha de golf de 18 hoyos, mil residencias y apartamentos, un hotel de 135 habitaciones, una escuela de tenis y una marina en un lugar al que piensa rebautizar como The Carbonera Club. Conforme la visita del presidente Barack Obama a la isla marca un nuevo capítulo en la historia cubana, la compañía dice que prevé llevar a turistas en avión para jugar lo que una vez Fidel Castro denominó “un juego para los ricos ociosos y los explotadores del pueblo”.

“Cuba no tiene centros vacacionales de playa de alta gama como este”, dijo Desmond Taljaard, director gerente de hoteles de London and Regional, con respecto a los planes del centro turístico cubano de Florida Straits, al sur de Cayo Hueso.

Los desarrolladores extranjeros han propuesto por lo menos una docena de centros de golf en los últimos años. Beijing Enterprise Group el año pasado firmó una carta de intención para construir una cancha de 18 hoyos y condominios cerca de La Habana. Y la española Urbas Grupo Financiero dijo haber reunido el 30% del financiamiento para un centro vacacional con una marina y seis canchas de golf en Cienfuegos, sobre la costa sur.
Camino difícil. Los pioneros tienen por delante un camino difícil. Desde 2008, cuando el Ministerio de Turismo anunció ambiciosos planes para atraer a golfistas extranjeros, no se ha construido ni un solo punto de salida, calle o green. El emprendimiento pone de relieve las dificultades de invertir en Cuba: leyes que prohíben que la tierra tenga dueños y limitan la participación extranjera en las empresas conjuntas al 49%, acceso complicado a los suministros y los equipos y una burocracia del Partido Comunista que aprueba cada decisión.

En los primeros tiempos de la revolución, Castro expropió los campos de golf y convirtió a algunos de ellos en centros comunitarios, dejando a otros en poder de la naturaleza. Hoy día, Cuba tiene sólo dos lugares donde se puede jugar al golf: una cancha de nueve hoyos en La Habana que data de los años 40 y en general es utilizada por los diplomáticos y una de 18 hoyos en el centro turístico de Varadero.

El juego sigue estando fuera del alcance de la mayoría de los cubanos. La tarifa de las canchas de 18 hoyos de Varadero ronda los US$70, o aproximadamente tres veces el salario mensual promedio de las compañías estatales. Los clubes cuestan el salario de dos meses (US$50) y un carrito de golf sale US$30 por persona.

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