Recién salido de una victoria electoral que garantizaba el gobierno de su partido durante cuatro años, el primer ministro Ahmet Davutoglu aseguró en enero a los inversores en Londres que Turquía era un lugar seguro para su dinero en efectivo.
Cuatro meses más tarde se vio obligado a renunciar y a los dos meses de hacerlo, aviones de combate F-16 bombardearon el parlamento en un intento de golpe.
Con el país ya envuelto en la guerra de Siria, un conflicto con los kurdos y acosado por una serie de ataques terroristas, el complot fallido del viernes para derrocar al presidente Recep Tayyip Erdogan corre el riesgo de destruir lo que queda de la imagen de Turquía como nación estable capaz de atraer suficientes inversiones para financiar uno de los déficits de cuenta corriente más grandes entre las economías del G-20.
“Las cosas no van a volver a la normalidad”, dijo Brian Jacobsen, estratega principal de cartera en Wells Fargo Funds Management LLC, que tiene a su cargo US$242.000 millones. “Probablemente veamos salir capital extranjero del país porque la inestabilidad política genera riesgos adicionales que los inversores no necesitan”.
Después de más de un decenio en el poder, la agitación amenaza con erosionar aún más el legado de Erdogan como el hombre que ayudó a Turquía a dar vuelta la página en años de turbulencia que culminaron en hiperinflación y en quiebras de bancos hasta que el Partido AK que él cofundó ganó las elecciones en 2002. Sus adversarios adjudican la inestabilidad al intento del líder de 62 años de consolidar el poder en su cargo y no en el parlamento. Él dice que a Turquía le conviene más un sistema presidencial.
Horas antes de que los tanques avanzaran por las calles de Ankara y Estambul para tomar el poder, las cosas no parecían ir mal para los activos de Turquía. La lira, ayudada por las versiones de que las tasas de interés se mantendrían bajas, y el optimismo por la iniciativa de Erdogan de reparar los lazos con Rusia e Israel, había repuntado más del 6% desde un récord alcanzado en septiembre. El índice bursátil de referencia avanzó 0,3% al cierre del viernes, ampliando el aumento de este año hasta 15%. Esa confianza se evaporó cuando una facción del ejército anunció el golpe el viernes, en tanto la moneda se desplomó casi 6% frente al dólar. En medio de la confusión por el destino de Erdogan, las acciones mundiales retrocedieron y un fondo cotizado ligado a acciones turcas cayó 2,5 %.
Para el sábado por la mañana, el presidente y sus seguidores habían restablecido el orden y actuado rápidamente para vengarse de sus opositores. Hubo más de 6.000 detenidos, incluidos efectivos militares, jueces y fiscales. Pero si bien la lira redujo algunas de sus bajas, las acciones se desplomaron 4,8 por ciento a las 11:16 horas en Estambul, encaminándose hacia su mayor caída en más de un año. Algunos inversores dijeron que ahora quieren ver hasta qué punto la represión reafirma el poder del AKP de raíces islámicas y permite que Erdogan refuerce su autoridad.
El domingo, el banco central dijo que proveerá liquidez ilimitada a los bancos y emprenderá las acciones necesarias para garantizar la estabilidad financiera. El viceprimer ministro, Mehmet Simsek, también trató de tranquilizar a los inversores.
“No hay de qué preocuparse”, dijo el ex banquero de Merrill Lynch en Twitter. “Turquía se normaliza rápidamente después de que el país repudió el intento de golpe. Los fundamentos macroeconómicos de nuestro país son sólidos”, expreso.