Gracias Puerto Rico, por la conspiración taína, para salvarnos…

Gracias Puerto Rico, por la conspiración taína, para salvarnos…

¿Que algún viento posible y a dentelladas se ha llevado la larga cabellera de Borinquen?..
¿ Qué estaca de rama verde atravesó el cantar Jíbaro de los siglos?
Ungidos en el drama de la vida diaria, Puerto Rico nos necesita y no habrá que preguntarle, porque ellos nunca nos preguntaron a nosotros, nunca.
Ungidos en la dignidad de bambúes resistentes al embate, no habrá que pensar en la distancia ni en el miedo, ni en la oscuridad del dolor ,el tiempo y sus desastres.
Puerto Rico nos necesita, olvidemos los designios de Neruda y aquella vieja sentencia de una pobreza como heredad, mas allá de Aguadilla, mirando los atardeceres de Cabo Rojo o la regia cantata de Fajardo en madrugadas, Puerto Rico quiere nuestro brazos y nuestra sangre, que es poco para lo mucho que siempre dio, con tiple y cantado al hablar, con desprendimiento y enfado al decir la República, es decir nosotros.
Puerto Rico, aquella suma del dolor de los pueblos traducidos al inglés, según Juan José Ayuso, ahora es un promontorio que clama y se activa, que en el mar de aguas acumuladas, recompone su rostro de tierras amarillas arrastradas en Guayama.
Rugían en las noches, los filos de aguas blancas del río Guajataca, pulmón pluvial, un eco de muerte fría ululaba entre la niebla y la lluvia gris instalada.
Entre Isabela y Quebradillas, las aguas alborotadas eran un espectáculo hídrico, camino al Atlántico cálido y quitado de bulla.
Y todos en Puerto Rico, desde Naranjito hasta Bayamón, desde Toa Alta hasta Toa Baja, miraban con ojos de Plena elegíaca, la fuerza elocuente y huracanada de la misteriosa cabellera negra de María, antimilagro mariano para una población entre espanto lacónico y lágrimas soterradas. Ni plegarias sacras o profanas.
Una antología revuelta de nombres Tainos hermanos, se abrazaban para no perder sus sílabas : Camuy se hacía fuerte y tomaba de brazos a Cayey, apenas se iniciaba la cadena; Cibuco y Guaynabo agrandaban el círculo de la hermandad, convocada Caguana y Jauca, el esfuerzo era mayor y de gran riesgo.
Algo de resguardo Taíno, se aproximaba hasta el gran canal.
Todo esto sucedía fuera. Adentro: mujeres y niños, hombres, ancianas y ancianos, mujeres, niñas, procuraban vivir con sus ojos puesto en lo gris.
En aquella antología revuelta, entonces tocaba a los cerros y montañas, contener a un huracán despechado como su nombre, violento como el amor masacrado a olvido húmedo y sin retorno, a frenesí de ventiscas inconsolables Monte Jayuya, Tres Picachos, Membrillos, Yauco y el cerro Maravillas ( sin olvidar la triste leyenda) todos los cerros, pero todos. Todos los montes, pero todos.
Todos los Yunques, pero todos. Todos los picos, pero todos. Pico del este por Naguabo, todos los picos pero todos.
El noble objetivo de una naturaleza cómplice era protegernos a nosotros.
La naturaleza de Puerto Rico hizo la gran conspiración del amor, no porque la República Dominicana fuera teológicamente elegida, imbecilidad suprema de tarados engreídos, sino porque en la posición cardinal entre hermanos Taínos, la ley ante la inclemencia irremediable del llanto desbordado e impotente, es el amor infinito, para detener la tragedia ya sufrida en otro lugar…
Puerto Rico nos quiere y quizás aún no lo sabe demasiado, lo ha demostrado con su propia tragedia, enfriando la furia oval de los gris de una mujer enloquecida por manto de aguas y dagas eléctricas, directas al corazón de pequeñas ciudades, lelolay, lelolay…
Puerto Rico adentro, entre el Cerro Magoyo y el Cerro Las Tablas, volverá de nuevo, poco a poco en las noches restauradas, el timbre de la voz fina, el punto forzado de controversia cantada.
Puerto Rico adentro, lo oscuro que espera la luz, escuchará el cuatro, los tambores de bomba y los panderos de Plenas milagrosas.
¿Que algún viento posible y a dentelladas se ha llevado la larga cabellera de Borinquen?..
¿ Qué estaca de rama verde atravesó el cantar Jíbaro de los siglos?..
Puerto Rico avasallado vencerá el tiempo, se acortará la noche y una sinfonía de luciérnagas viajeras llegarán a Santo Domingo, a tu amada República, a recordarnos, a quienes tenemos oídos y memoria larga, que Puerto Rico nos necesita y nos necesita ahora, porque pronto viene su alegría de antaño desde Cataño hasta Mayagüez, desde Ponce hasta Humacao, allí donde nació la conspiración de espíritus Taínos, para protegernos a nosotros. (CFE)…

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