Cristiane Lucchesi
El empeoramiento de la crisis de crédito corporativo en Brasil está forzando a los bancos más grandes del país a absorber pérdidas que habían podido evitar hasta ahora.
Banco Bradesco SA, el segundo mayor del país por valor de mercado, apartó 836 millones de reales (US$240 millones) en el primer trimestre para cubrir los préstamos incobrables ligados a la empresa de plataformas petroleras Sete Brasil Participações SA, según dijo una persona con conocimiento directo del tema, que pidió no ser identificada porque la información no es pública. Las ganancias cayeron un 3,7 por ciento.
Itaú Unibanco Holding SA, el mayor banco de Brasil por valor de mercado, y Banco do Brasil SA, el número uno por activos, podrían ser los siguientes. Itaú, con sede en São Paulo, que dará a conocer hoy los resultados del primer trimestre, hizo uso de un fondo de garantía en febrero después de que Sete Brasil no pudo pagarle los préstamos que le había otorgado.
Banco do Brasil, que es estatal, tiene 4.000 millones de reales expuestos a Sete Brasil y aún no ha calculado todas las pérdidas relacionadas.
“Las provisiones de Bradesco aumentan las expectativas acerca de los resultados que dará a conocer Itaú la próxima semana”, dijo Max Bohm, analista de Empericus Independent Research con sede en São Paulo.
“Las provisiones más altas hacen que aumente el temor acerca de lo que podríamos ver en los próximos trimestres, sobre todo si nos fijamos en el índice de deudas atrasadas en 60 días”, manifestó.
El número de pagos atrasados en Brasil ha aumentado a medida que los prestatarios se enfrentan a la peor recesión del país en un siglo.
El índice de morosidad del país para los préstamos atrasados en más de 90 días se mantuvo en una máxima de tres años del 3,5 por ciento en marzo, según los datos del Banco Central. La cifra de Bradesco subió a un 4,2 por ciento en el primer trimestre frente al 3,6 por ciento del año anterior. La tasa a 60 días del banco aumentó en 0,8 punto porcentual a un 5,3 por ciento.
Las corporaciones brasileñas están haciendo todo lo posible para pagar sus préstamos después de que una recesión económica de dos años junto a las altas tasas de interés, la caída de los precios de los productos básicos y una moneda más débil se combinaron desbaratando beneficios e ingresos.
La profundización de la crisis política, que tiene a la presidenta Dilma Rousseff intentando impedir su destitución, derivó en la paralización de las reformas que estaban destinadas a reactivar la economía.
La deuda total de Sete Brasil asciende a 18.000 millones de reales, en su mayoría con bancos locales. Sus finanzas se vieron destruidas cuando Petróleo Brasileiro SA redujo una orden que contemplaba el arriendo de 28 plataformas de perforación a 10 después de que colapsaron los precios del petróleo.