ATENAS. Grecia se preparaba para más situaciones de caos en jueves en las calles cercanas a las oficinas bancarias, la mayoría de ellas cerrados, mientras Atenas y sus acreedores interrumpieron las conversaciones sobre la resolución de su profunda crisis financiera hasta la celebración de un referendo este fin de semana.
Los bancos han permanecidos cerrados toda la semana para evitar un desplome por retiradas masivas de efectivo, aunque unas cuantas sucursales reabrieron el miércoles para que pensionistas sin tarjetas bancarias pudiesen retirar dinero. Pero siguen sobreviviendo.
El Banco Central Europeo mantuvo los términos del programa de 100.000 millones de dólares en ayudas de emergencia para dar liquidez a las entidades, un día después de que Atenas entrase en la lista de morosos del Fondo Monetario Internacional y tras el vencimiento de su programa de rescate.
Esta medida mantuvo vivas las posibilidades de que el país y sus prestamistas alcancen un acuerdo. Y el ministro griego de Finanzas, Yanis Varoufakis, dio las gracias públicamente al BCE y a su presidente, Mario Draghi, por esta iniciativa. “Esto nos permite respirar. Es un movimiento muy positivo y una medida de buena voluntad por parte del Banco Central Europeo. Le doy la bienvenida”, dijo Varoufakis a la televisora estatal. Draghi, agregó, se había enfrentado a los “halcones” de los miembros de la eurozona, que habían exigido a Atenas que aumentase las garantías colaterales necesarias para seguir recibiendo asistencia.