Existe la creencia de que el gris es un color triste y aburrido porque se le asocia con los sentimientos negativos, pero en decoración se ha convertido en el nuevo neutro tan apreciado como el blanco o el crema.

Y aunque el gris no es usualmente la primera opción para paletas de colores interiores o exteriores para decorar la casa, este color produce -en todos sus tonos- un efecto calmante, relajante. Así lo define Pantone (el instituto del color) y debido a su neutralidad funciona bien con colores más vibrantes. Los grises van geniales ya sea como color primario o como opción secundaria para decoración.

Y es que este color es muy cambiante y hay una gran variedad de matices, si lo que quieres es transformar tu espacio en un lugar cálido, fresco o neutro.

Un color, varios estilos. El gris se puede utilizar en todos los estilos. En el ecléctico, por ejemplo, juega un papel muy importante, sobre todo si se quiere un toque “vintage” en el espacio.

Algunas de las ventajas del gris son las siguientes:

1. Sobriedad: este color proporciona una atmósfera atemporal. Es un tono relajado y se adapta tanto a proyectos sobrios como a entornos donde lo importante es dar valor a los muebles y accesorios decorativos.

2. Equilibrio: al ser neutro, los tonos y los colores vivos se destacan. Reafirma los colores cálidos y acentúa los fríos. No hay necesidad de abusar de él, una o dos paredes son suficientes para que el gris imponga su fuerza cromática.

¿En qué estancia utilizarlo? Este color es garantía de un espacio relajado y propicio para el descanso. Por eso resulta muy apropiado para una habitación, por ejemplo. Además es luminoso en sus tonalidades más claras y en la sala y el comedor aporta un estilo refinado y muy contemporáneo.