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El inicio de la guerra de abril de 1965 cumple hoy 55 años, cuando el entonces bisoño dirigente del histórico Partido Revolucionario Dominicano, José Francisco Peña Gómez, pronunció una incendiaria proclama convidando al pueblo a rebelarse contra el desgobierno despótico y corrupto del Triunvirato, que presidía el pichón de dictador Donald Reid Cabral.
Ese día, a las dos p.m. tenía concertada una cita en la casa del poeta Rubens Suro, con el hoy físicamente desvanecido doctor Rafael Molina Morillo y Luis Ramón Cordero, para definir los detalles del inicio de publicación de la revista La Campiña, y con la proclama de Peña Gómez, acordamos aplazarla hasta el lunes siguiente. En realidad la aplazamos por seis meses que duró la contienda.
La proclama de Peña Gómez soliviantó al pueblo, hastiado no tanto de corrupción, como ahora, 52 años después en parámetros incomparables, sino de la represión, eliminación de opositores, presos y deportados, con una unidad de Cascos Blancos de la Policía que golpeaba y vejaba en excesos a los opositores, que comandaba, ironías del destino, el represivo coronel Francis Caamaño.
Meses antes, Caamaño y el coronel PN José de Jesús Morillo López, virtualmente se asilaron en la base aérea de San Isidro, por oponerse precisamente a los desmanes del “cuerpo de orden”, resultando Caamaño tercer líder de la revuelta de abril, precedido por los coroneles EN Hernando Ramírez y Rafael Tomás Domínguez.
La rebelión contra el espurio Triunvirato devino en guerra patria, cuando el embajador del imperio William Tappley Bennett, aviesamente informó al presidente Lyndon Baines Johnson que el núcleo de los rebeldes era dominado por comunistas, cuando la verdad es que no había uno solo, produciéndose la segunda intervención militar a nuestro país.