Guido Gil, un héroe olvidado

Guido Gil, un héroe olvidado

También era abogado. Pero lo asesinaron a palos apenas un año después de que Joaquín Balaguer fuera Presidente. Fue una de las primeras víctimas de sus arbitrarios 12 Años. “Era un ente perturbador para los intereses de los norteamericanos y del gobierno”.

Gustavo y Orlando Sánchez Díaz eran sus primos pero sostuvieron con él una relación de hermanos. Guido pasaba más tiempo en su casa que en la propia, compartía ideas y lecturas. Él los integró al 14 de Junio y sembró en ellos sentimientos antitrujillistas al revelarles las crueldades de la tiranía cuyas interioridades conocía porque cubría para El Caribe la fuente del Palacio Nacional.

No solo conocen la vida personal y las actuaciones públicas del combatiente sino que han obtenido nuevos datos del rapto que conmovió al país, especialmente a la región Este, donde obtuvo extraordinarios beneficios para los trabajadores de los ingenios, el azúcar, la caña.

Pese a su meritoria entrega a los pobres, braceros, muelleros, a sus libros publicados, a su lucha como soldado del pueblo en la guerra de abril, su honestidad y el martirologio que significó la muerte despiadada, Guido Gil es apenas un recuerdo entre los pocos parientes que le quedan. Sus padres y hermanos fallecieron, no tuvo hijos ni se casó porque fue sostén para su familia. La sociedad ni los gobiernos ni las propias agrupaciones políticas a las que perteneció le han reconocido. Tres calles de Santo Domingo, lejanas, prácticamente callejones, son el único homenaje a su memoria.

Fue en la prensa de su tiempo donde se localizaron sus fotos porque, paradójicamente, entonces era una especie de icono que deslumbraba a todos con su estilo depurado, sencillo, directo y su incomparable inteligencia, celebrada en periódicos y revistas.

Fidel Castro le conoció cuando viajó a Cuba como representante del 14 de Junio en la conferencia Tricontinental de 1966, y Asdrúbal Domínguez, también presente por el Partido Socialista Popular, contaba que Guido causó una gran impresión en el mandatario por su agudeza, su condición intelectual y aptitudes de dirigente. Le obsequió una pistola Browning que introdujo al territorio nacional en un falso fondo de su maleta. “Pero siempre andaba desarmado”, refieren Gustavo y Orlando, pues Gil guardó el regalo en su casa “pero diez o quince días antes de que lo mataran fue a buscarla y nunca más se encontró”.

Guido fue apresado en varias ocasiones y los diferentes domicilios donde vivió fueron allanados así como la residencia de los Sánchez Díaz en la calle Doctor Báez, que visitaba a diario en compañía de Eudoro Sánchez y Sánchez y José Ovidio Sigarán, hasta que se quedó a vivir con ellos. Antes residió en la Francisco J. Peynado, la Padre Billini, la Osvaldo Báez y la Doctor Delgado esquina Santiago, su última morada.

Gracias a la entrañable hermanad que existió entre Guido y sus primos y al cariño, la admiración y el respeto que estos le profesaban fue posible conocer la actitud del militante frente a la crisis del 14 de Junio, por la que pasó al Movimiento Popular Dominicano, sus impresionantes estrategias para obligar a negociaciones entre patronos y empleados, la participación en la revolución, sus desvelos por el terror imperante en el trujillato y su lucha contra el imperio, la explotación y los atropellos balagueristas que le costaron la vida a edad muy temprana.

También sus facetas humanas y la inmensidad de nombres de figuras de la izquierda ligadas a su corta existencia.

Trabajador precoz. Guido nació en Moca en 1935, hijo de Elpidio Gil Cáceres, que fue teniente del ejército, y de María Kaistila Díaz Fernández, veganos. María era hermana mayor de Gumersinda Díaz Fernández, madre de Gustavo y Orlando. El matrimonio Gil Díaz procreó además a Norberto, Bélgica, Arcadio, Dinorah y Oscar.

Cuando Elpidio abandonó la milicia se trasladó a Santo Domingo donde Guido continuó sus estudios primarios y concluyó el bachillerato en la Normal Presidente Trujillo. Su padre obtuvo trabajo en el área administrativa del periódico El Caribe. “Dicen que tenía buena letra y que cuando lo quitaban de un puesto caminaba por El Conde con su mejor traje de frac pero con cinco cheles en el bolsillo”, relatan Gustavo y Orlando.

A los 15 años Guido comenzó a trabajar en La Nación, como redactor, y pronto pasó a El Caribe con la misma función que compartía con sus estudios de Derecho en la Universidad de Santo Domingo en la que ingresó en 1955. En ese medio le asignaron informar las noticias que se producían en la casa de gobierno. Entonces se produjo el traslado de los Sánchez Díaz desde La Vega a la capital lo que llenó de júbilo al joven comunicador.

Muy pronto el periodista se fue enterando de los crímenes, apresamientos y persecuciones del régimen y discretamente lo confiaba a sus primos. Se convirtió en decidido opositor. Sin embargo, cuando la expedición de 1959 ofreció un consejo al sátrapa que fue atendido.

“Lo que Trujillo declaró a propósito del desembarco fue que “los cojones volarían como mariposas” y Guido y Eudoro fueron donde Balaguer para que sugiriera al tirano modificar la palabra procaz. “Denme un tiempecito”, pidió el eficiente colaborador del dictador y la expresión salió que “los sesos volarían como mariposas”.

Pero en su círculo íntimo Guido se mofaba del déspota. En una boda familiar llegó a caracterizar un chiste en el que terminaba llamándole asesino.

Aunque era bailador, jovial, conversador, disfrutaba de tragos y tuvo novias, el muchacho delgado, blanco, de cabello crespo y mediana estatura que siempre andaba trajeado, nunca se casó porque quería echar a sus hermanos adelante, aspiración que sus asesinos dejaron trunca cuando tiraron su cuerpo a los tiburones o lo sepultaron en tumba desconocida, aunque ahora se ha sabido de un posible destino final de ese trágico 17 de enero de 1967. Testigos han hablado.

 

Publicaciones Relacionadas