Gumersindo del Corral II

Gumersindo del Corral II

1989 fue un año en que todo cambió en el corral de Gumersindo. El mundo soviético sufrió una transformación política que dejó en claro las debilidades de la economía centralmente planificada. Salieron a relucir entonces los abusos de la KGB, las brutales represiones contra “los disidentes”, los sufrimientos de poetas y escritores obligados a adaptarse a las “directrices del partido”. Gumersindo descubrió que no todo era perfecto en el sueño socialista de Lenin y Trotski. Pero el encanto de los escritores rusos permaneció intacto; lo mismo el de los clásicos de la época del imperio, que el de los nuevos poetas de “la revolución de octubre”.

“No tenían que pasar esas cosas. La culpa es de Stalin, no de los demás revolucionarios comunistas. Entre los técnicos de la guerra y los burócratas de la seguridad del Estado, lo han dañado todo. Los obreros y los campesinos fueron traicionados por los comisarios del partido. Parece que en “la sociedad sin clases” se formó una nueva clase inesperada”. Gumersindo hablaba con tristeza; desde sus tiempos de escolar había sido un militante de izquierda, dolido de la miseria en que vivían “millares de infelices más arriba de la Avenida Mella”, como solía decir. Vestía ese día una camisa de rayas de la marca “Gualco” y unos mocasines comprados en “La parisienne”.
Gumersindo amaba su trabajo de auxiliar en la Escuela Normal de Varones. Su amistad sin fisuras, presidida por una lealtad maciza, era un tesoro de humanidad. Todos queríamos a Gumersindo porque lo que emprendía lo hacía “en serio”, con energía y buen humor. Estaba obsesionado con la idea de “escribir lo que no pudo escribir León Tolstoi”. Insistía en que si estudiamos bien la obra de ese ruso excepcional, veríamos “la ruta del pensamiento del futuro”.
-“Y no sólo del pensamiento; también del arte de la escritura y del desarrollo de las sociedades contemporáneas. No debemos temer que el contacto con los grandes nos aplaste la personalidad. Es al revés; poseen un poder fecundante de la imaginación; abren el entendimiento ante problemas desconocidos. Me empeño en descubrir lo que habrían hecho si hubiesen logrado vivir más tiempo. De esas semillas dependen, tanto mi “soltura” como mi originalidad”.

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