¿Habría alguna quinta pata?

¿Habría alguna quinta pata?

La compra y venta de acciones es un negocio común, y más en estos tiempos de gran expansión comercial. Desde ese punto de vista, la adquisición del 100% de las acciones de Glencore Canada Corporation en Falconbridge Dominicana por parte de Americano Nickel Limited (ANL), caería en la categoría de transacción habitual en la dinámica del mercado de valores. Pero dentro de la aparente normalidad de esta operación de compra-venta hay detalles que llaman mucho la atención.

A juzgar por declaraciones que al respecto ofreció el ministro de Energía y Minas, Antonio Isa Conde, la empresa adquiriente tiene que llenar ciertos trámites de orden para que sea factible que opere en el país. ¿Estaba el Gobierno dominicano formalmente enterado de esta transacción que significa el traspaso de la concesión de derechos de explotación de recursos mineros de su propiedad a un “socio” con el que el país no había negociado previamente?

Llama la atención el hecho de que la búsqueda en la internet de datos acerca de las operaciones de la firma ANL no arrojara los resultados apetecidos. Suponemos que el Estado dominicano procurará obtener toda la información que exigen las leyes locales en casos como este y que adoptará las decisiones pertinentes en cuanto al estado actual de esta concesión. Si lo estima necesario, que busque a ver si hay una quinta pata.

MEJOR PROTECCIÓN PARA LA MUJER

Carolina Encarnación Pujols murió por las mismas causas que han muerto decenas de mujeres en este país: el machismo irracional de un hombre y la decepcionante protección que se da a la mujer amenazada. Una hermana de la víctima testimonia que ella había acudido varias veces a la fiscalía de Alma Rosa, con huellas en su cuerpo del maltrato a que la sometía su pareja, pero que en vez de darle protección se le aconsejaba que acudiera a curarse. Vivía bajo constante amenaza, dicen sus familiares.

Sucesos como este deben motivar un cambio radical en la protección que se dispensa a la mujer amenazada. Es obvio que la falta de resguardo adecuado se suma a las causas de tantas muertes que han seguido el mismo patrón. El país tiene que revertir el innegable fracaso de sus políticas contra la luctuosa violencia de género.

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