Hacer valer la autoridad

Hacer valer la autoridad

El transporte público que en una parte es manejado con criterio gremial-empresarial está llamado a reconocer con cada paso suyo, aun cuando se tomen en cuenta sus reclamaciones y demandas, la autoridad del organismo creado para regir el sector. La sigla INTRANT es el más reciente esfuerzo institucional por convertir en una tarea bien dirigida la prestación de un servicio imprescindible y de estratégico valor para la movilidad en el país. Entidad comprometida a poner fin a la libre incursión de individuos y grupos que desde tiempo atrás tomaron las calles para montar pasajeros fijando ellos los precios y diseñando rutas o imponiendo el garrote de sus decisiones sobre quienes podían o no, fuera de su beligerante presencia, acarrear mercancías desde los puertos nacionales. Con sus funciones. el INTRANT asume desde el Poder y el Estado una tarea orientada primordialmente a defender los intereses de los usuarios que casi siempre han tenido motivos para considerarse desprotegidos.
Es imposible circular todo el tiempo como transportista en rebeldía y desarrollar una labor eficiente para responder a las necesidades de los ciudadanos. Debe llegar a su fin la dispersión medalaganaria de criterios que escapan a la planificación y a la superioridad establecida sobre recursos técnicos y fundamento legal. El orden conviene a todos y eso quiere decir que también a los sindicalizados.

Lo razonable de algunas dudas

El temor a sobrepasar la edad productiva y no recibir después una compensación justa en forma de pensión por toda una vida de trabajo sigue presente aunque ya impera un sistema basado en una ley para todos que recibe cuantiosos recursos de las manos de empleados y empleadores. Los cálculos no parecen cuadrar en proyección al futuro en base a las reglas de los operadores de los fondos. Cunde preocupación sobre su discrecionalidad y mucha gente se siente expuesta a que unos largos años de ahorros deriven en victoria pírrica.
Incluso, los más escépticos se formulan preguntas existenciales propias del teatro inglés: “¿Soy o no soy dueño de los cuartos que me quitaron?”. Ese pesimismo con una gruesa carga de dudas debe ser despejado concretando las reformas que los miedos reclaman. Claridad en los hechos al colar ese café.

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