¿Hasta dónde?

¿Hasta dónde?

La Comisión Nacional para la Conmemoración del 50 aniversario de la gesta patriótica de abril de 1965 saca a flote, con la publicación de una serie de libros sobre la guerra Patria, la sorda pugna que intenta disminuir el papel de actores importantes de aquel acontecimiento.
Entonces, el pueblo y militares, protagonizaron las más hermosas páginas de defensa de la autodeterminación y la nacionalidad efectuadas en América, durante el siglo XX, al enfrentar las tropas interventoras de Estados Unidos y algunos de sus lacayos.
Fueron rechazados y contenidos, en una nueva demostración de cómo los pueblos son capaces de sacar a flote “la debilidad de la fuerza”, como dijera Juan Bosch en un artículo publicado en la revista Life en Español, puesto que no pudieron aplastar el valor, el heroísmo y el sacrificio de los constitucionalistas.
Algunos no entienden que el gran protagonista de la gesta fue el pueblo dominicano, y, 50 años después, insisten en un pugilato entre los dos más conspicuos líderes militares de aquellas jornadas heroicas:
Se trata del esfuerzo por resaltar el papel del coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez, en un vano intento por colocar su papel protagónico como si fuese mayor, que el del coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, quien devino en presidente de la República en Armas a partir del 3 de mayo de 1965 hasta su resignación del cargo el 3 de septiembre del mismo año.
Esa circunstancia no demerita el papel estelar de Fernández Domínguez, ideólogo iniciador del Movimiento Constitucionalista quien, por un giro de la historia, no estaba en el lugar adecuado en el momento preciso y los acontecimientos siguieron su curso.
Aunque los esfuerzos se realizan desde varias décadas atrás, el vano intento de crear una competencia en la memoria histórica no ha sido sembrado en buena tierra y, por tanto, no logrará su propósito equivocado de buena fe, pero felizmente fallido.
Incapaz de cometer el pecado mortal de intentar disminuir el papel de ningún constitucionalista, resalto siempre la visión y el valor hasta la imprudencia del coronel Fernández Domínguez y ni se me ocurre tirar una piedra, ni pequeña ni grande, sobre el techo transparente de ninguno de los dos grandes héroes y mártires de estatura colosal.
Esa guerra sorda tiene protagonistas en un solo lado y trabaja incansablemente para resaltar la memoria del coronel Fernández Domínguez sobre la del coronel Caamaño Deñó. Son los mismos chismes que denuestan a Juan Pablo Duarte.
¿Usted imagina una colección de libros seleccionados por una comisión del gobierno para exaltar la Guerra de Abril de 1965, en la cual no se publica una biografía de Francisco Alberto Caamaño Deñó?
Eso llora ante la presencia de Dios, pero es lo que ha ocurrido. ¡Diablo!

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