¿Hasta dónde se quiere llegar?

¿Hasta dónde  se quiere llegar?

Hasta para recurrir a los extremismos en la defensa de una causa cualquiera, hay que evitar saltar los linderos de la cordura. Parar las escuelas de Barahona fue un extremismo que le mereció a la Asociación Dominicana de Profesores (ADP) una sanción judicial, de orden económico, creciente en función de los días de paralización. Y ahora el aguerrido Waldo Ariel Suero, presidente del Colegio Médico Dominicano (CMD), propone responder a esa sentencia con paros simultáneos en escuelas y hospitales.
La ADP, que se autocriticó por aquellos paros en el sur y que aspira al diálogo con el Ministerio de Educación, no necesita un “apoyo” que la llevaría a responder con ilegalidad a la sentencia que la ha condenado. Cierta solidaridad, como la extremista propuesta por el CMD, terminaría dañando la causa de un gremio magisterial que ya se decidió por usar la razón antes que la fuerza.
Menos mal que la sentencia que condenó a la ADP ha sentado una jurisprudencia valedera para ser invocada en cualquier otro caso en que la paralización ilegal de un servicio público perjudique a los ciudadanos, como sería el caso de una huelga en los hospitales, por citar un caso. Por fin una sentencia en esta materia puso la razón al servicio de los ciudadanos. En este país estamos lo suficientemente cuerdos para no caer en lo que propone el CMD.

Por los ruidos que causa el silencio

Muchos funcionarios del Gobierno, de todas las jerarquías, se han tornado últimamente huidizos ante los periodistas. Don Mariano Germán, el presidente del Poder Judicial y la Suprema Corte, atribuye esa conducta al temor de ver perjudicada la imagen personal por alguna declaración o respuesta motivada por preguntas de los periodistas sobre temas tan espinosos como los que se manejan en estos tiempos, en que “Odebrecht”, “impunidad” y “corrupción” se han convertido en malapalabra.
Sin embargo, muchos ruidos, especulaciones y conjeturas que se difunden por redes sociales y medios de comunicación son el producto de esos silencios de los funcionarios que optan por escurrir el bulto cuando en realidad lo que deberían hacer es dar respuestas veraces sobre asuntos bajo su autoridad o atención.

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