Hay que auxiliar la ganadería

Hay que auxiliar la ganadería

Desde que los primeros vacunos fueron introducidos en la isla Hispaniola, en 1493, la ganadería ha sido una de las actividades agropecuarias más importantes para la economía dominicana. Pero en estos tiempos, la falta de protección y factores de mercado amenazan con aniquilarla. La más reciente sequía provocó en la ganadería lechera pérdidas enormes, y cuando empieza a aliviarse con las primeras lluvias de 2016, factores de mercado la ponen en serios aprietos.
Los tratados comerciales con Estados Unidos y la Unión Europea, y la caída de los precios de los lácteos en este último bloque, han disparado en la República Dominicana las importaciones de leche en polvo y otros subproductos del renglón. Esto provoca una baja en la demanda y los precios de la leche de los ganaderos dominicanos, precisamente en momentos en que necesitan impulso para recuperarse del embate de la reciente sequía.
La situación aconseja que el Gobierno adopte medidas en favor de la ganadería lechera local. Por ejemplo, una de ellas podría ser incrementar la demanda de leche natural para destinarla al alimento escolar y a otros programas de la política social. Por sus encadenamientos productivos, la ganadería es una actividad muy importante de la economía nacional, y como tal, merece ser protegida.

El reto de los costos políticos

El Distrito Nacional es emblemático como demarcación en que el miedo a los costos políticos ha doblegado la voluntad de autoridades y ha hecho perpetuos problemas que, por la gran envergadura alcanzada, ahora demandan soluciones dramáticas. Por ejemplo, el mercado que ocupa la París desde la Abreu hasta la Josefa Brea, es un desafío urbanístico que pondrá a prueba la capacidad de la gestión del alcalde electo David Collado para lidiar con problemas de los que huyeron sus antecesores en la posición que él desempeñará a partir del 16 de agosto de este año.
La condición de “padre de familia” ha sido usada aquí como patente para violar la ley. Ha sido así desde los tiempos de Joaquín Balaguer. Y cuando la autoridad le teme a los costos políticos de las soluciones, los problemas se convierten en monstruos. Esperemos.

 

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