Hay que hacer lo que nunca se hizo

Hay que hacer lo que nunca se hizo

Desde el pasado matadero electoral, en el que todavía al día de hoy no se conocen muchos resultados, la autodenominada “oposición” política ha quedado aturdida y abrumada dando vueltas en el limbo de no saber conectar con la gente.

Se han obstinado en ver a la sociedad dominicana como si fuera un solo cuerpo, como si se tratara de una escultura realizada a partir de una sola roca. Y por supuesto que se equivocan.

A cada quien lo suyo. La mayoría de la sociedad dominicana está compuesta por una clase de personas que no están conscientes de que son objetos de derechos y deberes ciudadanos.

Creen que su única obligación es trabajar porque saben que si no lo hacen no tendrán sustentos para sus vidas, y no viéndose a sí mismos como delincuentes deducen que la vía es el trabajo, y lo hacen, como nadie, de sol a sol.

Están constantemente tan ocupados que sus mentes filtran lo que oyen y ven, y solo se detienen ante aquello que realmente rompe con los moldes que tienen preestablecidos.

Viven cansados de lo mismo; de políticos corruptos, de políticos serios, de denuncias, de robos, de violencia, de engaños, de ofertas que no ofrecen nada, de líderes que no lideran nada, de partidos que no representan a nadie, de cumbres, de reuniones que no sirven de nada y de comisiones que se hacen para que nada se resuelva.

Nada que lleve un ápice de todo esto va a hacer que se detengan un segundo en sus vidas a pensar en que es mejor para ellos y para el resto de la sociedad. ¡Nada de eso los mueve!

Ante esta realidad, urgen ideas disruptivas, ideas locas, soluciones impensables, modernidad más allá de la modernidad, del futuro, planteamientos que no sean quejas, que sean propuestas que nos hagan decir “wao”;

¡Ya basta de denuncias!

Vamos a proponer cosas que rompan con lo tradicional, que  rompan incluso con el poder, lo nunca visto.

Nos urge asombrarnos ante el estilo de vida que podemos alcanzar. Ese es el único sentimiento que nos pondrá a movernos.

Hora de hacer, lo que como oposición, nunca se hizo.

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