Hay que pagar por la seguridad

Hay que pagar por la seguridad

Se percibe que la educación ha dado un salto cualitativo, que se está trabajando decididamente para mejorar el currículo profesoral y actualizar los métodos de enseñanza. Que se hacen esfuerzos por actualizar el programa didáctico y mejorar el aprovechamiento de las horas de docencia. Aparte de la voluntad puesta en esa dirección, hay un factor clave: inversión. Todos estos cambios se han producido a partir de que la inversión en educación se disparó hasta alcanzar el 4% del PIB.

Creemos que, respetando obvias diferencias, hay que hacer lo mismo con la Policía Nacional. Así como se ha invertido en el maestro para hacerlo más capaz y eficiente, hay que invertir para lograr que el policía dé el salto cualitativo que corresponda a las necesidades sociales. No se le puede pedir a un policía con hambre -que es lo único que le garantiza su pírrico salario- que sea eficiente, que resista las tentaciones a que lo somete el crimen organizado, y que se juegue a gusto la vida en las calles.

Hacer buenas escuelas no resolvió el problema de la baja calidad educativa. Hacer modernos destacamentos y dotarlos de mejores equipos tendrá similares resultados. Para garantizar seguridad hay que pagar por ella. Hay que invertir en ella. De lo contrario, la sociedad recibirá tanta seguridad como bienestar le garantiza al policía el exiguo salario conque ofenden su dignidad.

MENORES EN RIESGO INMINENTE 

El rescate de los niños y adolescentes que enfrentan situaciones de riesgo en las calles es una respuesta adecuada al abandono debido a paternidad irresponsable y otras causas sociales. Y queremos dejar constancia de nuestra valoración positiva a la gestión que con esos propósitos realizan la Procuraduría de Niños, Niñas y Adolescentes, el Consejo Nacional para la Niñez y otras entidades que están sacando de las calles a niños, niñas y adolescentes vulnerables a explotación y abuso por parte de bandas de delincuentes.

Con nuestro reconocimiento, queremos estimular a las autoridades para que esta sea una labor constante, no un operativo coyuntural, que le garantice a esos jóvenes un porvenir de expectativas de vida más dignas y la posibilidad de una preparación que los convierta en seres útiles para la sociedad.

Publicaciones Relacionadas