Un hijo del fenecido locutor Leo Martínez, quien murió a tiros en un hecho en el que también murió Luis Manuel Medina a manos de José Rodríguez (Joselito), habría obtenido la posesión de las 45 tareas de tierra que el matador le había comprado al Consejo Estatal del Azúcar (CEA).
Según fuentes policiales estrechamente ligadas a la investigación del caso, Leónidas Antonio Evangelista Pijuán, hijo de Leónidas Evangelista Martínez (Leo), habría conseguido la propiedad de la parcela tras comprársela al CEA.
Cuando Joselito se enteró de que las tierras habían sido asignadas a Evangelista Pijuán, le exigió al locutor Martínez que le devolviera el dinero que había invertido en los terrenos.
Y es entonces cuando, de acuerdo a las mismas fuentes, se propuso eliminar a Martínez. Así se lo manifestó a un amigo la noche anterior, mientras consumían estupefacientes e ingerían alcohol.
Hastiado por las exigencias y reclamos que le hacía a Martínez durante meses, y debido a la negativa de éste, Rodríguez decidió ejecutar la acción.
Es así como, la mañana del 14 de febrero, se presentó a la emisora FM 103.5 y, tras discutir con Martínez, disparó contra él. De inmediato fue caminando y abriendo las oficinas de la emisora.
Al ver a la secretaria Dayanina García también le disparó en la cabeza, y la joven herida hizo creer que estaba muerta. No convencido del crimen, Rodríguez le dio dos patadas y ella se vio obligada a resollar, por lo que el matador le propinó dos balazos más en el pecho. Logró sobrevivir debido a la presteza de las autoridades, que de inmediato la trasladaron a la Clínica Macorix, muy cercana al lugar de los hechos.
En el centro médico, García dijo el nombre del criminal y confirmó su identidad por algunos retratos que le presentaron. Una vez lo hubo identificado, la joven volvió a caer en un estado de inconsciencia.
En tanto, el control máster de la emisora, Pascual Morla, escuchó los disparos y se escondió debajo de una mesa, lo que le permitió pasar inadvertido cuando Joselito abrió la oficina donde estaba.
Otras revelaciones. En los allanamientos practicados a la vivienda de José Rodríguez fueron ocupados documentos que dan cuenta de que se proponía crear un movimiento nazista-hitleriano. Además, propuso fundar una asociación de rifleros de San Pedro, pero su iniciativa fue rechazada a pesar de que se la explicó hace unos años a algunos jefes militares.
Rodríguez pertenecía a una entidad de rifleros en Estados Unidos, donde vivió muchos años.
En cuanto a su muerte, investigadores policiales aseguran que se suicidó. Según ellos, Rodríguez se vio acorralado y se dio un pistoletazo en la sien, con una bala expansiva que le voló la tapa de los sesos.
A seguidas, algunos policías cubrieron su cuerpo para evitar que otros agentes lo remataran, pues Rodríguez los había enfrentado a tiros.
Asimismo afirman que tenían la orden de capturarlo vivo, pues dos generales se presentaron al destacamento policial de San Pedro y dieron instrucciones de preservarle la vida.
Sin embargo, el matador de los locutores se autodestruyó, asediado por un amplio cordón policial.
José Rodríguez llevaba pocos meses residiendo en una habitación alquilada, en la calle Carmen Natalia Martínez, en el barrio Placer Bonito.
Según vecinos, era muy cortés y educado, pues siempre saludaba y tenía el mismo humor.
“A mí mismo me sorprendió cuando supe que fue él. Yo lo veía que pasaba por ahí y no era un hombre problemático. Me ha dejado muy consternado”, destaca Bienvenido Guerrero.
Según el mismo Guerrero, hace unos meses Joselito llegó al barrio y le dijo que quería alquilar una habitación. Dado que no había una pieza disponible, Guerrero habló con un amigo para que le alquilara un cuartico.
El Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif) está en proceso de concluir el informe sobre la muerte de Rodríguez, para luego enviárselo a la Procuraduría General.
La memoria de Martínez. El día trágico, Leo Martínez salió de su casa a las 7:00 de la mañana. como acostumbraba hacerlo. Tras desayunar un sandwich con yogourt, se dirigió a su trabajo.
La noche anterior, su nietecito Diego, de seis años, le dijo que quería acompañarlo al día siguiente a la emisora. Leo no pudo complacerlo porque Diego tenía que ir a la escuela.
Leo Martínez, también llamado “El Príncipe”, y Luis Manuel Medina llevaban décadas de amistad y trabajaban juntos. Se decían compadres.