En la época que vivieron pocos concebían su sacrificio, sus luchas y entrega y la firme oposición a la dictadura. No lo entendían. Las muchachas residían en casas confortables, tenían jardines espléndidos, estudiaban en los mejores colegios, poseían y conducían vehículos en un tiempo en que tanto el que los tuvieran como que los guiaran mujeres, era un escándalo.
Eran artistas innatas que pintaban, esculpían, bordaban, tocaban guitarra. Su belleza, su vestimenta variada confeccionada por ellas, causaban asombro. Su cultura y su inteligencia eran incomparables. En medio del terror reinante se atrevieron a leer contenidos políticos prohibidos porque hablaban de libertad y justicia.
Sin embargo, pusieron en riesgo lo más preciado que tiene un ser humano: su vida.
Se trata de Minerva, Patria y María Teresa Mirabal, recordadas hoy por Manolo Tavárez Mirabal (Manolito), hijo de Minerva; Talía Tavárez Vásquez, nieta, y María Teresa Albaine Guzmán, nieta de María Teresa. Son además, integrantes de la Fundación Hermanas Mirabal de la cual es presidente Manolito. La organización está compuesta por 34 miembros, todos emparentados.
Mantienen vivo el recuerdo de las hermanas a través de la Casa-Museo, de la difusión de su pensamiento “ante la avidez de la sociedad dominicana por conocer el entorno donde nacieron y vivieron y saber lo que hacían” y de su propio ejemplo de trabajo, honestidad y estudio.
A la frecuentada histórica residencia agregaron el jardín de Patria, que recobró el esplendor con que ella lo mantuvo, y ahora rescataron el jardín de Dedé, la hermana que sobrevivió a la persecución, primorosamente cuidado en la casa materna de las cuatro.
Manolito tiene pocos recuerdos de sus progenitores. Nacido el 14 de agosto de 1958, contaba apenas dos años el funesto 25 de noviembre de 1960 cuando asesinaron a Minerva, su madre y cinco en 1963 cuando las fuerzas represivas del Triunvirato ejecutaron a Manuel Aurelio Tavárez Justo.
“Me siento orgulloso de mis padres, pero más que eso, llevar sus apellidos y el nombre de papá es un compromiso. No los conocí, pero la sociedad, el pueblo dominicano, lo que me han dado ha sido cariño, amor, distinción, y a veces quieren darme un privilegio que no merezco y que no quiero. En ocasiones solo me presento como Manolo porque cuando digo: Manolo Tavárez Mirabal los abrazos y saludos son prolongados. Los recibo como expresión de la admiración que le tuvieron”, exclama el hijo de los dos líderes, quien no ha seguido el camino de la política.
“Me he concentrado en trabajar en las cosas que puedo cambiar”, revela el ingeniero agrónomo, industrial y empresario.
Talía y María Teresa han recibido igual legado y hablan con madurez de la vida de Minerva, Patria y María Teresa. Ellas también son guías y orientadoras de los miles de jóvenes que acuden a la Casa-Museo anhelando conocer a “las muchachas” más allá de lo que consignan textos, novelas y películas.
“En un pueblo, Salcedo, en Ojo de Agua, ya Minerva entendía lo que era democracia, luchaba por lo que quería, las tres se adelantaron a su tiempo, cumplían su rol de madres y esposas, pero no prefirieron callar pensando en lo que podía pasarle a sus hijos, ellas vieron que eran capaces de producir un cambio”, manifiesta Talía.
María Teresa entiende que la lucha de las Mirabal “queda vigente para mejorar como sociedad”. Reconoce que se goza de libertad de expresión “y tenemos democracia”, empero está pendiente regenerar la salud, la educación, los derechos humanos, la Justicia.
“El país se está levantando, ahora hay menos presión, pero la sociedad entiende que no progresa en lo colectivo si no ocurren cambios”, acota Talía, poniendo el ejemplo de las marchas contra la corrupción y la impunidad.
Tres ataúdes. Los Tavárez Mirabal fueron entrevistados a propósito de conmemorarse este 25 de noviembre otro aniversario de la muerte de las heroínas. Manolo expresa que la fecha no debe entenderse solamente como Día de la no Violencia contra la Mujer. Considera justa la designación, pero afirma que es preciso divulgar “el rol político y de compromiso” de las damas “y eso nos toca a nosotros. La campaña es muy profusa, es un propósito noble, pero puede entenderse que están solo enfocados el acoso, el feminicidio, el aspecto feminista”.
Y para él, “su lucha fue más política y de responsabilidad en un momento en que la gente callaba, miraba para otro lado, les daban un poco la espalda, por temor”.
Comenta que no era sencillo comprender su riesgo viendo el estilo de vida acomodado que llevaban.
“Patria era una mujer realizada, con bienestar. Tenía su esposo preso, vino, acompaña a sus hermanas. Y con un niño de 18 meses de nacido, ejerció su responsabilidad de solidaridad”, refiere Tavárez e iguales reconocimientos hace de María Teresa, la menor, con 25 años, que iba a visitar al esposo también encarcelado. “Su figura de modelo era Minerva, ese vínculo fue estrecho desde siempre”.
Sobre su madre comenta: “Me tocó conocerla a través de otros, he tenido que prestar atención a los relatos, era un ser extraordinario”.
Le impresionan su valentía, conocimientos, amor por la lectura. En obras escritas invertía los ahorros infantiles.
Y cuenta que al producirse las expediciones contra Trujillo de 1959 su ánimo se alteró y preguntó ante el holocausto: “¿Los hombres no tienen valor? ¿Tenemos que hacerlo las mujeres?”. Ella impulsó el Movimiento Revolucionario 14 de Junio. También narra sus enérgicas respuestas cuando la madre pedía reducir las visitas a los esposos. “Si no vamos nosotras ¿quién?”.
“Las Mirabal no quedaron en su momento; su muerte fue un despertar, hoy su dimensión es mayor, se han agigantado en el amor del pueblo”, dice.
Admira el espíritu libre de sus padres, aun estando acorralados. “Presa, Minerva esculpió un trébol y papá, un día antes de entregarse, escribió en un caracol: “Una inolvidable experiencia para Minou”. Y acota: “Prisioneros estaban libres, no pudieron robarles su libertad”.
Mercedes Reyes (Chea) asumió el papel de madre tras el crimen. “Una familia próspera de campo, de un momento a otro con tres ataúdes en la sala”, declara Manolito. Y agrega: “Seis huérfanos, los padres en la cárcel, dados por muertos. Mamá Chea cerró la puerta del frente y dijo: ‘No la abro hasta que regresen’, no fue al cementerio… Todavía la puerta está cerrada”. Los restos de las hermanas y los de Tavárez Justo reposan en la casa-Museo con un letrero en el jardín que reza: “Siempre vivas”.
Manolito concluye: “La lucha de las Mirabal no va a terminar nunca. En la sociedad siempre habrá desafíos que debemos enfrentar”.