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Por lo demás importante es destacarlo, el incremento de la producción del caballo pura sangre de carrera coincidió con una dimensión proporcional de la cría del anglo-árabe, el que compite en hipódromos de segunda categoría, pues la actividad que se cumple en los principales centros turísticos del Japón se desarrolla exclusivamente en base al pura sangre de carrera.
Durante años las carreras se disputaron a pesar de haber incidido modalidades británicas sin apuestas registradas oficialmente. Constituían un espectáculo y enfrentamiento, y, de existir juego era de persona a persona, en forma totalmente privada. Recién a partir de 1888, cuando se introdujo la “apuesta mutua” y la misma fue admitida por las autoridades; comenzó realmente el progreso del turf local. La posibilidad de disponer de los recursos proveniente del juego resultante de las carreras, motivaron la construcción y apuesta en funcionamiento de numerosos hipódromos de los que el más importante se inauguró en noviembre de 1906, en las proximidades de Tokio, con el nombre de “Ikegami”. En su habitación, que fue trascendente para el turf del Japón, gravitó fundamentalmente un grupo de aficionados encabezado por Yasuda.