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También se les explicó con lujo de detalles a todos los presentes, sobre todo a los que recibieron premios, con claridad y en forma sencilla el objeto de las carreras de caballos, y que aquella recompensa tan merecidamente adquirida, debía servirle, ni se daba para satisfacer el amor propio de los dueños de los caballos premiados, y sí para estimularlos a todos, y para que una vez reconocidas sus ventajas y buenas cualidades de sus caballos sirviesen de semilla para mejorar las castas, destinándolos a padres y buenas yeguas. Colocado después el cordón al cuello de cada caballo, sus dueños los hicieron pasear por el terreno que sirvió para las corridas, a fin de que el público los viera: En este intermedio tocaba la música, y así terminó tan lucida como agradable y provechosa diversión. Los datos de la serie de tres (3) entregas figuradas en la columna Hípica por Dentro, fueron tomadas de la “Enciclopedia del Hipismo Puertorriqueño”, de la autoría de don Miguel Andino Clemente Cruz (don Clamen), quien tuvo la gentileza de obsequiarnos los dos tomos.