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Las carreras disputadas en Grecia, organizadas como espectáculo popular, lograron fama que superó sus fronteras. Determinadas pruebas adquirían especial transcendencia por la participación de representantes de otros pueblos, que cuando triunfaban eran considerados héroes y recibidos en su lugar de origen con grandes honores. La característica básicas de las carreras en Grecia fue de desvinculación de todo interés material, pues siempre se ajustaron a la tradición deportiva que les había dado su origen.
Roma sucedió a Grecia en el predominio mundial. Su austeridad primitiva fue cediendo a medida que la riqueza proveniente de sus conquistas generalizaba el lujo y el refinamiento en sus clases más pudientes. En su mayoría, las costumbres helénicas subsistieron en Roma y entre ellas el entusiasmo por el espectáculo hípico. El empleo del caballo en la guerra, que Roma subestimó en un principio, fue intensificado al sufrir las derrotas que le infligió Cartago, ratificando su importancia.