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El caballo Español, de tamaño mediano, era incansable, fuerte para el trabajo y la guerra. Ejemplar de amplia caja toráxica, pecho y cuello robusto y musculoso, grupa en declive y cola de implantación baja. De cabeza corta, perfil rectilíneo, o bien algo convexo y hundido en la base de las fosas nasales. Animal dócil, de muy buen andar, veloz y resistente, en muy poco se parece al caballo que en la actualidad existe en España.Numerosas razas intervinieron para integrar las características del caballo ibérico, predominando en forma la africana, berberisca o moruna, denominaciones indistintamente asignadas a la reza procedente del norte de Africa, especialmente de Berbería, llamada Costa Bárbara por los sajones.
Aunque tenían infusión de sangre árabes de los caballos llevados por los invasores de la península, eran más rústicos que éstos, y por lo tanto superaban a la raza asiática o ariana en alzada, fuerza y resistencia.
En cambio exhibía una conformación menos armónica, aplomos menos perfectos y otras particularidades que lo diferenciaban a pesar de su innegable parecido. Aunque la estructura estética del caballo berberisco al lado del hermoso equino árabe eran muy diferentes en todos los aspectos.