“¡Hizo camino al andar!”

“¡Hizo camino al andar!”

“Hace unas semanas, un notición me dio en el centro del pecho: ‘Ha fallecido el Dr. Rafael Molina Morillo’ leían las portadas de los periódicos…” , comenta Herminio a su íntimo Píndaro, y sigue: “El tablazo fue muy fuerte y, en ese preciso momento, decidí esperar un corto tiempo para sobreponerme y dejar un testimonio de la sutil, pero al mismo tiempo recia, personalidad de Rafaelito, como le llamaba…”.
“Por el 1979 y hasta el 1982 –continúa- luego de coordinar para el país la producción del evento Miss Universo 1977, tuve la maravillosa oportunidad de desarrollar cuatro preciosos proyectos de imagen e impacto público con la orientación de Rafaelito: Diseñar y coordinar las oficinas de prensa dispuestas por el gobierno de Don Antonio Guzmán para las visitas oficiales de: Su Santidad Juan Pablo II en su primera oportunidad, el Primer Ministro Chino Sun Yun Suan, el entonces Vicepresidente de los Estados Unidos George Bush, y el Canciller Alemán Helmut Schmidt. Estos eventos se dieron gracias a que él tenía establecida sus oficinas de Relaciones Públicas bajo la empresa ‘Molina Morillo y Asociados’ y era la contraparte para una importante empresa de análisis de asuntos públicos de Washington, con estrechos lazos al hoy ido a destiempo publicista Brinio Díaz. Las reuniones coordinadoras previas a cada actividad, me permitieron recibir de Rafaelito una retroalimentación sobre el valor de la información para crear imagen pública y, al mismo tiempo, el impacto en el análisis de la misma. Es más, previo a la llegada del Papa, tuve la inmensa y valiosa experiencia de asistir con él y Brinio a colocar el primer ‘Telefax’ –una caja de gran tamaño con un canutillo que giraba en su interior y que precedió el ‘Fax’- que fue colocado en las oficinas de la señora Sonia Guzmán de Hernández, mano derecha de Don Antonio durante su histórico mandato”.
“¿Y seguiste en contacto con él, luego de esos eventos?” le cuestiona Píndaro, a lo que no vacila en responder: “A partir de ahí, siempre fui uno de sus más fieles seguidores en su trayectoria periodística… ¡Como se siguen a las grandes figuras icónicas!… Esta semana, he vuelto a pasar frente a la zona en que en esa época estaban sus oficinas en la 27 de Febrero y al estacionamiento de su penúltimo apartamento, para conversar con ‘su tocayo’ Rafael, lavador de su vehículo durante diez consecutivos años… ‘Con el cuido de su carro, recibí la encomienda de echarle agua a las jardineras en su casa’, nos dijo… Y, con sus ojos como si lo estuviese viendo frente a él, nos agregó: ‘Me saludaba chévere y me decía: Rafa… ¡usted siempre vive contento!… ¡Siempre me tienes el carro impecable!… Un día le comenté que me tenía que hacer una operación en San Cristóbal y, sin dejarme terminar, me dijo: ‘¡Cuenta conmigo!’… Y, así fue… Ahora, oiga bien… -enfatiza-… De todo lo que se ha dicho sobre Don Rafael, ninguno ha hablado de cómo hacía para vivir feliz… Todos los días, escuchaba a Tres Patines y la Tremenda Corte, porque tenía la colección de cassettes… Tan es así, que un día le empecé a pedir prestadas las grabaciones y me decía: ‘Rafa, lléveselas una a una… Grábelas, y… ¡luego me las devuelve!’.
“Y, luego de escuchar a Rafa –increpa Píndaro-… ¿Qué has hecho para formarte un recuerdo más presente de tu amigo Rafaelito?”… “No he estado tranquilo –le responde-… He contactado a tres personas en los periódicos Hoy y El Nacional, a las cuales su ejemplo les marcó… Leo Corporán, María Nin y Nelson Marrero no han vacilado en traer a nosotros aspectos humanos de Rafaelito, que nunca jamás deberán ser olvidados”… “Sus gestos eran sencillos y su cálida personalidad nos permitía ganarnos su confianza –refiere Nelson-… Combinó su amabilidad con su trato sosegado, abierto y proactivo, para generar gran optimismo… Al recordarle que en una oportunidad había sido mi profesor en la universidad, su respuesta me hizo sentir que mi esfuerzo por seguir superándome valía más que cualquier enseñanza”.
“Y, María Nin… ¿qué te recordó?” –cuestiona Píndaro, a lo que Herminio expresa: “Ella fue marcada por el cariño de Rafaelito… Desde muy temprano, siempre le decía: ‘¡Todo bien, María!’… Esto lo decía, mientras chequeaba los escritorios en el departamento… y los arreglaba, si ameritaba… ‘Era maniático con la limpieza del ambiente… Su discreta forma de vestir guardaba un gran corazón. Tan es así, que las muertes del Administrador Diógenes Ortíz y de Juan Contreras, Encargado de Circulación, fueron dos sucesos muy dolorosos para él… Su mejor enseñanza ha sido el mensaje de que ¡hay que ser perseverante con lo que uno se propone!’.
“Herminio… y…¿cómo percibiste a tu amigo Leo al pedirle recordar a Rafaelito?” –preguntó Píndaro-… “Imagínate –responde-… Una persona con 40 años de vivencias en El Nacional y que cada día era saludado con un beso y un abrazo de Rafaelito, tiene impregnado un sello vivo del mensaje de su mentor: ‘Leo.. ¡sigue trabajando fuerte y no permitas que nadie pueda corromperte!’… Sin vacilar, Leo recuerda que él hablaba mucho de la honestidad en el periodismo y el comportamiento con los demás… ‘¡Nunca permitió que nadie se interpusiera en nuestro trabajo!’, recalca… ‘¡La honradez no tiene precio!’… Ha sido tan impactante su huella en Leo, que este no vacila en afirmar: “Su seriedad era algo fuera de serie!… ¡Nos inculcó el ser responsables, leales, honestos, tener buenos amigos, ser buen padre, excelente abuelo y un esposo ejemplar!’…
Ante esta reconfortante experiencia de recordar a su amigo Rafaelito, Herminio levanta su cabeza hacia el horizonte… la vuelve hacia Píndaro y, mirándolo fijamente, sentencia: “¡Todos, debemos sentir la satisfacción de que Rafael Molina Morillo hizo con su ejemplo de vida camino al andar!”.

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