Honestidad

Honestidad

Eusebio Rivera Almodóvar

Un amigo me reenvió una anécdota moralista cuya frase final era: “La honestidad no debería ser para pocos, sino para todos” y lo imaginé, moviéndose muy lentamente, en un bosque oscuro, dividido por una gruesa franja entre los siglos XX y XXI y pensé si sería justo moverlo rápido y traerlo con mis reflexiones al presente, donde lastimosamente agoniza, por no decir que murió definitivamente, la honestidad.
Los soldados que aún luchan para mantener con vida a la honestidad, bautizan sus discursos y esfuerzos de reanimación con frases como “rescate de los valores”, “fortalecimiento de los principios morales” y “el combate a la corrupción” y se ilusionan cuando alguna autoridad judicial denuncia a un sinvergüenza y lo somete a los tribunales, pero posteriormente caen en una profunda frustración porque no hay condenas debido a que los jueces tienen largas colas que pisarles y no se arriesgan a ser procesados por delitos peores que los que juzgan.
La corrupción es una pandemia. Arropa a todo tipo de régimen político y carcome a todas las ideologías. Pudiera llenar todas las páginas de este periódico con ejemplos, pero creo que una frase que resume el alcance de esta tragedia mundial, sería la que pronuncia el personaje presidente para contestar al personaje primera dama en la multi-premiada serie anglo-norteamericana difundida por Netflix “House of Cards” cuando ella, frente a una terrible crisis política le pide que diga la verdad al pueblo y él le contesta: “¡Estás loca! Si los políticos dijéramos la verdad, nadie confiaría en nosotros”. En otras palabras, la máxima final de la anécdota reenviada, ahora sería “La honestidad dejó de ser para pocos, ahora es para nadie”.

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