Hora de corregir rumbos

Hora de corregir rumbos

El incentivo fiscal destinado a las empresas locales ha tenido participación estelar en el impulso del progreso económico. Sin embargo, muchos de esos se mantienen a pesar de que hace tiempo llenaron sus propósitos y otros se otorgan sin un seguimiento que permita medir si producen los efectos deseados. Parece llegado el momento de reorientar ese apoyo, procurando mejorar la productividad y diversidad de las cadenas de valor, privilegiar la innovación y el emprendimiento, favorecer el encadenamiento de procesos productivos, promover la internacionalización y procurar influir de manera más decisiva en la generación de bienestar general. Hay una economía cada vez más abierta, exigente y compleja que empuja en esa dirección.

Una propuesta presentada por el BID ante la Asociación de Industrias de la República Dominicana está fundamentada en evaluaciones sobre los efectos de los incentivos fiscales y ha sido concebida para evitar que República Dominicana y los demás países de América Latina vuelvan a dar los incentivos proteccionistas indiscriminados a determinados sectores industriales sin lograr que contribuyan a la mejora de la productividad de la economía. Conviene que el país tome esta propuesta como una guía para la necesaria reorientación de los incentivos fiscales en función de las necesidades y de los resultados perseguidos.

 LOS TUMBOS DE LA LEY DE PARTIDOS

El Senado tiene ante sí la oportunidad de corregir los entuertos que contiene el proyecto de ley de Partidos y Agrupaciones Políticas que ya aprobaron los diputados, pues en el mismo se mantienen las disposiciones que impidirían a la Junta Central Electoral tener control sobre posibles prácticas ilegales que son comunes en los partidos. No es sano que se persista en tener una ley mala, existiendo condiciones para elaborar una ley buena.
El origen de las finanzas partidarias debe ser un factor de transparencia y es necesario que se consigne la enumeración explícita de los cargos que son incompatibles con el ejercicio de la actividad político partidaria, entre otras debilidades. Todavía estamos a tiempo de eliminar del proyecto de ley de partidos todo aquello que perpetuaría prácticas nocivas para la salud democrática.

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