Hora de encarar al monstruo

Hora de encarar al monstruo

La ineficacia y el alto costo del transporte, sumado al caos del tránsito, constituyen una especie de monstruo social que ha desafiado la capacidad y voluntad de muchos gobiernos, incluyendo el primer cuatrienio encabezado por el Presidente Danilo Medina. Por tan largo historial de fracasos ante este problema, es que genera expectativas el compromiso asumido por el gobernante para hacerle frente a la situación con medidas ambiciosas, que van desde la unificación de varios organismos de control dispersos e inoperantes hasta la innovación con rutas alimentadoras servidas por grandes autobuses. A esto se añade un sistema de transferencias que abaratarían el pasaje hasta en un 30 por ciento.
El Presidente ha hablado de soluciones adicionales o complementarias del Metro de Santo Domingo y el teleférico en construcción. En este compromiso está incluido un sistema de ordenamiento de rutas que permitiría mitigar el caos de circulación, que es uno de los ingredientes generadores de costos innecesarios en el transporte. El impuesto de dos pesos aplicado desde 2012 al galón de gasolina ha generado recursos que en parte serán destinados al transporte. El Presidente habló a groso modo de su plan maestro, cuyos costos estimados no han sido dados a conocer. Sin lugar a dudas, esta parte del discurso del Presidente ha generado grandes expectativas para un país que ha vivido sometido a esta calamidad.

No avasallar desde el poder

Uno de los principios de la democracia es el reconocimiento de los derechos de las minorías. Aún teniéndose la certeza de su poder, por ostentar la mayoría en un estamento como el Congreso, hay decisiones que se engrandecen cuando se acepta que la disidencia participe en el acto de escoger. Sería lo ideal en procesos como los que se avecinan, para seleccionar las matrículas de la Junta Central Electoral y las altas cortes.
La aplastante mayoría que tiene en el Senado y en el Consejo Nacional de la Magistratura, le facilita al PLD y aliados un poder discrecional para actuar a voluntad en la renovación de la JCE y las altas cortes. Pero más que el poder, el espíritu de la equidad y el respeto de los derechos de la disidencia aconsejan que no use a su antojo toda esa fuerza. Lo cortés no quita lo valiente.

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