Dejan mucho que desear quienes acuden a una competencia electoral prometiendo que de ganar enderezarían el país haciendo cumplir la ley, pero apenas terminan las votaciones se apartan de la vía institucional para reclamar por medios incivilizados unos votos supuestamente ganados. Apartarse del recurso de la impugnación y otros medios de oposición a resultados electorales es también una forma de desconocer la voluntad de cada elector al marcar la boleta y depositarla en la urna.
Varias de las principales organizaciones empresariales del país han tenido que levantar su voz para reclamar que retomen la cordura aquellos que han trastornado la marcha del escrutinio de los votos emitidos por los dominicanos con ejemplar civismo. La violencia que ha costado vidas, la tensión que intranquiliza a los ciudadanos en varias comunidades, y las amenazas proferidas por cuadros políticos no son nada saludable para la estabilidad general de este país.
Lo único sensato sería deponer los ánimos agresivos y acogerse a los canales institucionales para reclamar triunfos cuya legitimidad, hasta el momento, no han demostrado de manera convincente quienes alegan haber sido engañados. Nuestros políticos, que como tales deberían ser maestros de civismo, tienen mucho que aprender de la sobriedad exhibida por los votantes.

De referendo y cabras locas

Maduro “está loco como una cabra”, según expresión que el diario argentino Clarín atribuye al atípico expresidente uruguayo José Mujica. Obviamente, Mujica se refiere a Nicolás, el controversial presidente de Venezuela, enredado en un zarzal político que empuja a su país hacia el abismo. El juicio ajusta como anillo al dedo porque el heredero de Hugo Chávez opone resistencia al referendo revocatorio, que es un instrumento constitucional y acusa al Parlamento legítimamente elegido de pretender un golpe de Estado “suave”.
Con los precios del petróleo por los suelos y un entorno que no le es favorable, el mandatario venezolano ha convertido su país en un exportador neto de capitales y lo ha sumido en una profunda crisis. Su conducta parece encajar en la condición que el sabio Mujica le atribuye con cierta pena.