Horror en San Pedro

Horror en San Pedro

Claudio Acosta.

El país entero está conmocionado y horrorizado, no solo los familiares  y dolientes  directos de las víctimas, por la crueldad conque actuaron los asesinos de tres choferes de autobuses del transporte (las autoridades  aclararon ayer que son cuatro, no tres, los choferes muertos por la banda a la que acusan de despojar a por lo menos 15 conductores de sus vehículos, que luego vendían en Haití) a los que golpearon y torturaron antes de arrojarlos vivos, con una funda plástica en la cabeza, en una fosa de 60 pies de profundidad ubicada en una casa abandonada en la comunidad de Juan Dolio, en San Pedro de Macorís. Pero la saña viciosa conque actuaron los criminales, la violencia brutal y desalmada con la que expresaron  su infinito desprecio por la  vida humana, no es la única razón por la cual esos crímenes, absolutamente innecesarios, deben movernos a una honda  preocupación. Porque ocurre que sus principales autores debieron estar presos por la comisión de otros delitos, incluido  el asesinato de un chofer de la ruta San Pedro-Santo Domingo cuyo cadáver apareció flotando en el río Higuamo con una funda plástica en la cabeza, y para colmo el arma que utilizaban en los asaltos pertenecía a una sargento de la Policía Nacional que se la “prestaba” con plena conciencia del uso que le darían. No es la primera vez, desgraciadamente, que la sociedad dominicana sufre las consecuencias de la facilidad conque delincuentes y criminales apresados y juzgados regresan a las calles, como tampoco es la primera vez que vemos a un miembro de la Policía Nacional, en esta ocasión una mujer, involucrado en acciones delictivas en estrecha asociación con aquellos a los que se supone debe perseguir. Pero cuando el horror,  como acaba de suceder en San Pedro, toca nuestras puertas y nos muestra el abismo insondable en el que estamos a punto de caer, es el momento de hacerse la pregunta: ¿hasta cuándo?

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