Hoy se celebra la Navidad, un acontecimiento trascendente de la humanidad

Hoy se celebra la Navidad, un acontecimiento trascendente de la humanidad

En el siglo IV de nuestra Era, el cristianismo se iba apoderando del Imperio romano. Entonces, para los padres de la Iglesia, era muy importante elegir un acontecimiento relacionado con las fiestas paganas que pudiera convertirse en el punto de partida de la nueva fe como era la celebración del nacimiento del Salvador.
La fiesta más importante de los romanos era la celebración que hacían en ocasión del solsticio de invierno. Esto era cuando se iniciaba para el 21 de diciembre el conteo contrario de un sol imponiéndose a la noche. Así se volvería paulatinamente a días más largos y noches más cortas, contrario a lo que ocurre durante los meses de octubre, noviembre y diciembre, todavía en pleno otoño, antes de la entrada del invierno boreal.
Además, esa fiesta del triunfo solar, permitía a los habitantes del imperio romano celebrar grandes festividades. Era la ocasión que a los esclavos se les otorgaban privilegios de una liberación provisional y se fomentaba el intercambio de regalos. Por lo tanto, la Iglesia de esos primeros siglos, adoptó el 25 de diciembre, el día del Sol triunfante para los romanos, para conmemorar el Nacimiento del Hijo de Dios. De esa manera se reemplazaban las creencias paganas que hasta entonces imperaban en todo el mundo conocido de Europa, la costa norte de África y parte de Asia.
Desde aquellos tiempos milenarios, quedó insertada en la humanidad la feliz navidad, que con sus intercambios de regalos, decoraciones especiales, reuniones familiares y disfrute de alimentos y bebidas, impartía un espíritu de amor y confraternidad. Ese espíritu disminuía malquerencias y la gente llegaba a creer y sentir que el mundo era un lugar de amor, paz y unión.
Con el paso de los siglos, diversas costumbres y tradiciones se fueron incorporando a las festividades navideñas. Desde entonces cada conglomerado racial repartido por el mundo conocido de Europa, en especial en la costa del Mar Mediterráneo, impuso sus costumbres y ajustando sus creencias paganas a la nueva religión que se abría paso en las creencias y aceptación de las poblaciones europeas y las del norte de África de los primeros siglos. Esos primeros creyentes eran muy apasionados de sus nuevas creencias y aceptaron con pasión militante esa fecha del 25 de diciembre como el día del nacimiento del Hijo de Dios. Pero se sabía que su nacimiento había ocurrido en un mes más cálido y no durante el crudo invierno palestino.
Siglos más tarde, luego del derrumbe comunista en 1989, se consolidó el capitalismo como la fuerza de mercado imperante para la economía. El capitalismo se afianzó y estimuló la libre empresa con mercados libres con el empresariado a nivel mundial fiel creyente de la libre empresa. Ahora todo estaba permitido para enriquecerse y se dejó iniciado en la década final del siglo XX el desplazamiento y borrón de la Feliz Navidad para ir introduciendo clandestinamente las felices fiestas. Estas ahora se han ido relegando y opacadas hábilmente por los cerebros del marketing publicitario. Comenzaron a prescindirse en las decoraciones navideñas el clásico pesebre con sus figuras humanas del niño y sus padres, de los pastores y de los animales con sus casitas y cielo estrellado.
La nueva línea de la propaganda de las fiestas de la ocasión, ha irrumpido con fuerzas en el país desde hace unos diez años. Ya es poco lo que se ve de la Navidad tradicional del nacimiento. Ahora se ha convertido en un acontecimiento comercial de envergadura en donde el comercio e industrias se recuperan de los meses anteriores de baja demanda, pese a las grandes ventas que en este año se registraron el día del Black Friday.
En este mes se estimula un delirante consumismo, al ritmo de felices fiestas. El clásico bono navideño de la ocasión es un incentivo para más gastos y endeudarse más. Y eso después que se borran los efectos de ese dinero extra que casi siempre se malgasta.
La trascendencia para la humanidad del nacimiento del Hijo de Dios, se distorsiona por los efectos del consumismo con la carrera loca de regalos, comidas y bebidas. Esto vuelve a retrotraernos a dos mil años atrás cuando los romanos, en su poderío en el mundo de entonces, aprovechaban la época para celebrar el triunfo del Sol. El paganismo, o el hedonismo si se quiere, domina las fiestas navideñas actuales.

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