Huérfanos por partida doble

Huérfanos por partida doble

El Estado quiere dejar la impresión de que ha evolucionado en sus esfuerzos por enfrentar el dramático problema social que es la violencia intrafamiliar y sus consecuencias. Con mucha fanfarria se ha anunciado la adopción de brazaletes especiales para vigilar a los agresores de mujeres, contra los que se ha emitido orden de alejamiento. Esta sería una forma de enfrentar una de las consecuencias visibles de la violencia de pareja, que se materializa en agresión. A ciencia cierta, esta innovación no redime el fracaso de las políticas de protección de la mujer agredida adoptadas hasta la fecha. Y está por verse si el brazalete es realmente efectivo como prevención.

Pero la falta de políticas contra la violencia de género incluye una de las consecuencias más desgarradoras de los feminicidios, sobre todo aquellos en que un cónyuge mata a otro y se suicida ante los hijos. El trauma dejado por una escena como esa necesita ser tratado por especialistas, en base a programas especialmente diseñados y sustentados por el Estado como parte de sus deberes para con la sociedad. No se conoce nada que haya hecho el sector oficial para atender a niños y adolescentes en las circunstancias especialmente difíciles que se derivan de una doble orfandad sangrienta y el testimonio impreso en la psiquis por haber sido testigos de la escena. Proponemos que el Estado trabaje en esta dirección para alivio de esas víctimas olvidadas.

Haití: sequía y hambruna

Haití tiene un sitial descollante en el Mapa Mundial del Hambre diseñado para 2014 por el Programa Mundial de Alimentos (PMA), de la ONU. El estudio mide y califica el grado de dificultad de acceso a los alimentos que tienen los pueblos. En Haití, el hambre alcanza a más de un tercio de la población, algo solo comparable con unos pocos estados de Africa. Esa variable es persistente en la ecuación social del Estado más pobre de Occidente.

En estos tiempos, una severa sequía tiene a Haití sumido en una hambruna terrible, peor que la habitual. No hay manera de sembrar y, por tanto, nada que cosechar. Las tortas de tierra y las raíces cocidas son menú obligado. La ONU está pidiendo alimentos para Haití. La Providencia quiera que la solidaridad de las potencias amigas de los haitianos se desborde hacia allá, para ayudar a mitigar una tragedia humana que no debería tener lugar en el siglo 21.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas