Ideales y fractales, renuncia al afán proselitista

Ideales  y fractales, renuncia al afán proselitista

La Cuaresma motiva a revaluar objetivos y metas. En su artículo ‘Repensando nuestros objetivos políticos’ J.L. Alemán planteaba que “todo plan nacional tiene que exhibir dos características, negativa una, positiva otra. La negativa se deja resumir en la renuncia al afán proselitista (convertir a los adversarios) y apologista (culpar al adversario). La positiva en elegir prioridades: “Lo único importante es que el Gobierno elija prioridades -no más de tres- y que los distintos sectores sociales las acepten y las tomen como criterio de evaluación y crítica.
En ese momento, hace diez años ya, sugería como “prioridades que todos pueden aceptar: la energía eléctrica por razones obvias relacionadas con la producción; la educación, que tiene lugar común en todos los diagnósticos de desarrollo; y la salud pública”. Y aclaraba, “las metas presentadas sólo a título de ejemplo buscarían a través de políticas solidarias contribuir al crecimiento del producto y a la disminución de la desigualdad social pero, sobre todo, motivar un mayor esfuerzo nacional. Sin idearios nacionales los pueblos tienden a la inercia social”.
Los fractales, primero definidos por el matemático de origen judío-polaco Benoît Mandelbrot como forma de caracterizar formas aparentemente aleatorias de la naturaleza y la variabilidad de los precios del algodón que estudiaba cuando trabajaba en la IBM, son estructuras que se repiten infinitamente a distintas escalas creando una ‘auto-semejanza’.
Matemáticamente, el conjunto Mandelbrot se logra repitiendo una operación extremadamente simple. Así, un fractal es una imagen que recuenta su propio proceso de creación. Los fractales se observan en la naturaleza, las matemáticas y el arte; pienso que también en las sociedades.
Aplaudamos que de los objetivos mencionados por Alemán, generación eléctrica y educación se han trabajado intensivamente. Pero hagámonos la pregunta de si estos esfuerzos son resultados de patrón fractal, es decir, como el brócoli o los helechos, reproduciendo patrones desde la más pequeña unidad hasta el total. ¿Busca el hogar ahorrar energía o surtirse de fuentes renovables? Si no, se requerirán crecientes inversiones. ¿Eficientiza la familia su transporte? Si no, el resultado requerirá más vehículos y menos aceras.
¿Se prioriza la educación y lectura casera (más allá de pagar la cuota escolar)? Si no, el resultado son profesionales de poca monta desprovistos del más elemental humanismo. ¿Son la limpieza y el orden prioridades de las que se ocupa cada cual en su propio medio? Su fractal, o reflejo ampliado, es el descuido de lo público. Al iniciar este nuevo periodo conviene plantearse unos objetivos, pocos, para no caer en la inercia, y cumplirlos, cada cual en su entorno, para evitar la queja como solución. Para un mañana mejor, no hace falta convertir a nadie, ni resulta útil culpar a otros. Iniciemos ahora por cumplir nuestros ideales. Porque el principio de los fractales exige que el patrón se repita a todas las escalas.

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