Identidad/ ciudadanía

Identidad/ ciudadanía

Hace dos días participé en una reunión donde escuché hablar de identidad y ciudadanía. Alguien dijo que es posible tener identidad paquistaní y ciudadanía norteamericana. Personas nacidas y criadas en el Paquistán pueden estudiar una carrera universitaria en los EUA; luego, a la hora de trabajar y residir en territorio norteamericano, podrían adoptar la nacionalidad del país anfitrión.
En este caso, esos adultos, de cultura paquistaní, de hábitos culinarios paquistaníes, son, para todos los fines legales, ciudadanos de EUA.
Identidad es un término usado en sociología para indicar que una persona determinada se siente vinculada a un país, a una cultura, a una etnia; que ella misma admite estar íntimamente conectada con los grupos de su propio origen o educación.
Tradicionalmente los sentimientos patrióticos se han considerado parte de la identidad. Las emociones provocadas ante la interpretación de un Himno Nacional por una gran orquesta, se incluyen entre los gajes de la identidad. Lo mismo que las algazaras y celebraciones, que siguen a los triunfos del equipo dominicano de béisbol en la Serie del Caribe.
En los tiempos que corren las lealtades colectivas han sufrido considerables disminuciones en casi todos los países. Incluso el concepto de ciudadanía activa necesita ser renovado. No me refiero a ciudadanía en el sentido de nacionalidad -pasaporte, derechos políticos-; aludo a la participación de los ciudadanos en asuntos públicos como las mejoras en la educación, la limpieza de las calles, la reforestación de las montañas.
Los participantes en la reunión que menciono, se preguntaban si era pertinente fomentar la identidad en pueblos pequeños, débiles y desorganizados; si el espíritu de ciudadanía debería ser estimulado programáticamente, a fin de conseguir que la población protegiera su propio desarrollo cívico. La irresponsabilidad es el primer problema que deben enfrentar las personas que intentan controlar la delincuencia barrial, esto es, el marco de la inseguridad ciudadana.

La parte más delicada de todo esto consiste en que no todos los pueblos tienen un proyecto colectivo de vida común que sirva de sostén y esqueleto del programa de acción de su vida política. Todo lo que refuerce la identidad cultural y los hábitos ciudadanos responsables servirá para la edificación de ese proyecto colectivo de vida común.

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