Ildefonso Pereda Valdés:
precursor de la poesía negroide

Ildefonso Pereda Valdés:<BR>precursor de la poesía negroide

DIÓGENES VALDEZ
Sólo después de haber leído  un extenso artículo escrito por Eduardo Roland en la revista Dossier: (Año I, número 4), me convenzo de que el cubano Nicolás Guillén y el portorriqueño Luis Palés Matos, no son los precursores de la poesía negrista en América Latina, sino un uruguayo de nombre Ildefonso Pereda Valdés. 

El trabajo de Roland, por cierto muy documentado, hace valiosos aportes que despejan cualquier nebulosa que pudiera surgir en torno a quién, por vez primera pone en altorelieve los aportes de la raza negra de la cultura de nuestro continente. El artículo en cuestión se titula Ildefonso Pereda Valdés, Precursor del negrismo en América. Lo blanco negro de las letras uruguayas.

 Nicolás Guillén, era mestizo y Palés Matos también, aunque en algunas publicaciones he leído que era de raza blanca, pero creo que como todo buen caribeño Luis Palés Matos era uno de esos  blancos “que tenía el negro detrás de la oreja”.

 Que un “mestizo” escriba  desde el punto de vista del mestizaje en atención a “ese negro” que lleva detrás de la oreja, no resulta extraño, sin embargo ese no fue el caso de Pereda Valdés, que aún siendo blanco por los cuatro costados, poéticamente se expresaba como un auténtico negro.

 Ildefonso Pereda Valdés nació en Montevideo, en 1899. Tuvo una longeva y productiva vida literaria, ya que falleció a los noventa y siete años. De su fecunda labor intelectual hablaría positivamente un estudioso norteamericano muy ligado a la cultura dominicana, Ralph Steele Boggs, esposo de la también  nuestra etnóloga y folclorista  Edna Garrido de Boggs. 

 Eduardo Roland señala que el caso de Pereda Valdés es doblemente llamativo, porque además de ser  “el primer poeta negrista” de América con proyección universal, fue también el pionero de la historiografía literaria uruguaya.

 Roberto Fernández Retamar da constancia de que, “quienes introdujeron el negrismo poético en Cuba fueron el uruguayo Ildefonso Pereda Valdés” , que publicó sus poemas negroides en 1927 en la Revista de Avance, y el afroamericano Langston Hughes, de quien la Revista Social publicó traducciones en 1928, llevadas a cabo por José A. Fernández de Castro. El conocido intelectual cubano considera que el paso  de Hughes por La Habana fue un evento de gran importancia.

 Cuba habría de ser el principal  escenario americano donde la poesía de la negritud — o del negrismo, como algunos prefieren llamarla— inició un sendero que la proyectaría más allá de las fronteras de nuestro continente. Innegable resulta predicar que fue la voz poética de Nicolás Guillén la que hizo posible que esta clase de poesía fuese bien recibida en centros académicos y en cenáculos literarios. “Los motivos del son” verían la luz pública en 1930 y, la novela “Ecue-Yamba-O” de Alejo Carpentier, tres años más tarde; en 1933.

Luis Palés Matos, un año mayor que Pereda Valdés, publica su primer libro a los dieciséis años (Azaleas), de corte modernista, muy influenciado por los escritos de Julio Herrera y Reissig, Leopoldo Lugones, y Rubén Darío y no sería hasta 1937, cuando publicaría Tuntún de pasa y grifería, con la cual se inscribe dentro de la tendencia negrista en la poesía.

 Ildefonso Pereda Valdés en cambio publica el primero de sus dos únicos libros,  “La guitarra de los negros”, en 1926 y el segundo, “Raza Negra”, en 1929. Es decir, se anticipa con varios años a las publicaciones de Nicolás Guillén y Alejo Carpentier y al puertorriqueño Palés Matos.

La guitarra de los negros

Primer poemario negrista de región

  El primer poemario negrista que se publica en nuestro continente es  “La guitarra de los negros” y toma su título de uno de los poemas que lo integran, el que debido a su brevedad nos permitimos reproducir:

 

  La guitarra de los negros a Pedro Figari

   Dos negros con dos guitarras
   tocan y cantan llorando.

   Tienen labios de alboroto
   Echan chispas por los ojos.

   La cuchilla de sus dientes
   corta el canto en dos pedazos.

   Melancolía de los negros
   como copa de ginebra!

   Los negros lloran cantando
   añoranzas de candombe.

   Suena el tambor de sus almas
   con un ruido seco y sordo!

   Y un borocoló lejano 
   los despierta de sus sueños!

   Dos negros con dos guitarras
   tocan y cantan llorando.

 En este primer poemario Pereda Valdés sólo incluye dos poemas de corte negroide, sin embargo el segundo (Tambores de los negros) consta de veintidós poemas, todos negristas. Muchos de estos trabajos han aparecido en múltiples antologías del género e inclusive, fueron traducidos al francés al años siguiente de haber sido publicados.

 El poeta senegalés Léopold Sédar Senghor (Joal, Senegal, 9 de octubre de 1906 — 20 de diciembre de 2001) fundaría con el martiniqueño Aimé Césaire y el guyanés León Gontran Damas la revista “L’Etudiant noir” en 1934. En esas páginas se expresará por primera vez el concepto de la negritud, noción introducida por Césaire en un texto titulado “Négrerie”. Sédar Senghor, primer Presidente de Senegal, además de poeta de alto vuelo, fue catedrático de gramática, ensayista, político y finalmente, miembro de la prestigiosa Academia Francesa de las Letras.

 El término “negritud” para calificar el género ha sido ampliamente cuestionado por muchos escritores, inclusive el keniano Wole Soyinka,  Premio Nobel de Literatura,  ha dicho que “así como no se puede hablar de la tigritud de un tigre por el simple hecho de que posea rayas, tampoco se puede hablar de negritud porque un negro defienda los valores de su raza por medio de la literatura”. Para sólo hay buena y mala literatura.

 La poesía “negrista” alcanza su cota más alta con los poetas de las Antillas. El cubano Nicolás Guillén y el puertorriqueño Luis Palés Matos son quienes más se destacan y naturalmente, hay que incluir entre estos grandes a nuestro Manuel del Cabral. Tampoco se puede dejar de lado al martiniqueño Cesaire y su obra cumbre “Cuaderno de retorno al país natal”.

 El hecho de que Pereda Valdés, siendo ario haya tomado partido a favor de la creación de una poesía negrista constituye un misterio para los estudiosos de su obra, pero mucho más extrañeza causa, que este tipo de poesía haya surgido en un país donde la población es mayoritariamente blanca.

 Ildefonso Pereda Valdés fue galardonado en tres ocasiones con el Premio del Ministerio de Instrucción Pública (1931,1941, 1951). A esos galardones habría que agregar el Premio de la Universidad de Chile y el de la Academia Uruguaya de las Letras. En atención a la obra de toda la vida, en 1982 un jurado especial le confirió —de manera unánime— el Premio Nacional de Literatura, pero la dictadura cívico-militar que oprimía a la sociedad uruguaya desconoció aquel fallo, porque llegó a enterarse que unos treinta años atrás, el galardonado había tenido un acercamiento al Partido Comunista y en 1933 había escrito un poema titulado “Canto a Lenin”.

 Ildefonso Pereda Valdés murió en la pobreza más abyecta, en casa de una familia de afrodescendientes que le habían dado alojamiento en las afueras de Montevideo. Desaparecido el régimen de fuerza, la clase intelectual le reconoció el galardón que la arbitrariedad le había confiscado, restituyéndole el premio. También se le confirió una pensión por haber sido miembro de diversas sociedades folclóricas internacionales y por haber sido además, un propulsor de las expresiones culturales de la raza negra. Finalmente, ya en su ancianidad, se casó una joven de color perteneciente a la familia que le había dado acogida, con la intención de que ésta continuara recibiendo esa pensión después de su muerte.

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