El periodista no está obligado a simplemente elogiar, también le asiste el derecho a quejarse.
Lo primero es felicitar a Vladimir Guerrero por su exaltación a Cooperstown.
Creo que es muy humilde, sencillo, muy buena gente, todo lo excelente que exista.
Ahora bien, no honró las expectativas de la gente con su esperado discurso, el cual debió preparar y decirlo a su manera.
Es cierto que nunca ha sido de mucho hablar.
¿Pero para qué tiene un publicista y envió a buscar un intérprete a Los Angeles, a José Mota?
Luego de que la gente escuchó los discursos de los otros jugadores, se sintió decepcionada por el pobre discurso de Vladimir.
Ese era el escenario para explicar cómo alguien puede salir de Don Gregorio y llegar a Cooperstown.
Debió exaltar a Juan Marichal, pionero en Cooperstown y a su tutor Pedro Martínez.
Ignoró a la prensa de su país y hasta a la comitiva gubernamental que lo fue apoyar.
Yo salí a las 4:00 de la madrugada desde Nueva York a Cooperstown, cogí más sol que nunca, estaba enfermo, y siento que el viaje no valió la pena.
Nada, a esperar a David Ortiz dentro de tres años.
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