Los efectos sociales de la Regalía Pascual no son siempre los mejores. En un país de ingresos promedio muy bajos, el disponer de una mayor suma de dinero supone para muchos beneficiarios una oportunidad excepcional para saldar deudas… pero con fuertes tentaciones a contraer otras nuevas a causa de la fiebre consumista que por lo festivo del momento se acrecienta. Además, la aceleración del poder de compra conlleva riesgos por la tradición que arrastra al exceso de tomar bebidas espirituosas.
Navidad y Semana Santa son etapas de conmoción en la sociedad por la tendencia al incremento de accidentes de tránsito mortales y de otros sucesos trágicos asociados a la intemperancia con lo etílico. Desde luego: los conductores temerarios que hacen y deshacen bajo el impulso de licores y substancias prohibidas actúan sin que las autoridades ejerzan control sobre ellos.

El ingreso extra de diciembre debería ser únicamente de provecho. Ocasión para mejorar la posesión de bienes y la esplendidez de la mesa en reuniones familiares y de confraternidad. Para lograrlo es necesario que en cada ciudadano predomine la prudencia al administrar su liquidez. Que la sensatez guíe sus pasos para su propia seguridad y la de los suyos, pues el hecho de que se pregone con bombos y platillos que llega la regalía, actúa también como un llamado a los antisociales a entrar en acción en busca de lo ajeno.

Pobre reacción a las demandas

Un Estado de personal supernumerario y duplicidad de entidades para hacer cumplir leyes debería tener mejor índice de atenciones a reclamos nacionales. Los pronunciamientos de productores agrícolas y pecuarios contra la importación improcedente de bienes de consumo debería ser cosa del pasado después que se cifraran esperanzas sin resultados en un sistema de subastas. El mal persiste. Las quiebras amenazan. Algunos organismos de Estado no hacen valer su autoridad cuando se trata de meter en cintura a motociclistas violadores de la ley causadores de accidentes y muertes; combatir los ruidos contaminantes o desalojar a ocupantes ilegales de espacios públicos. Las propias autoridades denunciaron el expendio de leche en polvo traída al país sin garantías de calidad y pureza. Luego, el comercio infractor que la vende sigue libre de hacer lo que quiera con riesgo para la salud de los consumidores.