Impotencia ante los profanadores

Impotencia ante los profanadores

Muchos miles de familias del Gran Santo Domingo viven desde hace años en la angustia del constante irrespeto a sus difuntos. Fuera de dos o tres cementerios privados, disponibles para minorías, el sentido de descanso eterno para quienes nos preceden en la partida desde el mundo de los vivos está vergonzosamente alterado. Muchas últimas moradas de congestionadas y desordenadas necrópolis municipales son blanco favorito de saqueadores. Los ataúdes poco baratos tienen que ser destruidos por los deudos antes del sellado (que nunca es definitivo) de las tumbas porque a la sombra de la siguiente noche serán robados con profanación del sepulcro y los cuerpos. Ya ni las varillas de las sepulturas, por modestas que sean, están a salvo de escaladores dispuestos a destruirlas.

Pero al tiempo de perderse el respeto al venerado suelo de los difuntos, ha estado como muerto el compromiso de las autoridades municipales y del propio Estado como un todo de garantizar la paz de quienes nos preceden en la partida del mundo de los vivos. Muchas tonterías y relumbrones, monopolizando la atención de autoridades; las llevan a despreciar los sentimientos de veneración que se guarda a seres queridos y que a diario hieren los saqueadores de tumbas con impunidad. Nunca hay recursos, ni se mueve un dedo, para dar seguridad y preservar la integridad, moral y material, de los recintos funerarios.

Omisiones sin causas a la vista

La cédula es imprescindible para actos de la vida civil incluyendo el votar. La vigencia social, laboral o patrimonial del individuo así lo exigen. El que a esta hora haya hecho caso omiso de la oportunidad de actualizar este documento lleva a presumir que su desinterés o sus impedimentos son insalvables; se fue al ostracismo o, peor aún, murió sin que se registrara su defunción.

Es probable que no esté adecuadamente calculada la totalidad poblacional de dentro y fuera de estos límites geográficos o que las proyecciones se hayan formulado sin tomar en cuenta algunos aspectos insospechadamente determinantes de la demografía, en un país de abundante informalidad, con más de la mitad de sus actividades económicas fuera de anotaciones en documentos y estadísticas. La marginación se manifiesta en muchos órdenes.

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