Es evidente que el gobierno se puso anteojeras, como las que se colocan a los caballos de carrera, para no ver para ningún otro lado que no sea su objetivo inmediato y urgente de agenciarse recursos, a como de lugar y sin medir las consecuencias, para financiar su deficitario presupuesto, y es en esa lógica que hay que entender su empecinamiento en cobrar por anticipado el 50% del Itbis a las materias primas, maquinarias y bienes de capital, que economistas y empresarios anticipan (valga la redundancia) representará un duro golpe para las medianas y pequeñas empresas. Precisamente porque afecta el desarrollo de ese sector tan vulnerable es que el economista Ernesto Selman opina que el cobro no es coherente con la estrategia de desarrollo económico que ha planteado el Gobierno, pues echaría por tierra todo el esfuerzo que ha hecho el propio presidente Medina en sus primeros cuatro años de gobierno para impulsarlo y fortalecerlo. Esa incoherencia no debería extrañar al joven economista, que a estas alturas debería ya saber que es una dolencia muy común en los políticos dominicanos, fervorosos cultores del pragmatismo, lo que los obliga a cambiar de planes en función de las conveniencias y eso se refleja, lamentablemente, en políticas públicas inconsistentes, cortoplacistas y de muy poca eficacia. Pero eso le importa un comino a los estrategas de un gobierno que no quiere por nada del mundo asumir los sacrificios que le impondría la firma del reclamado Pacto Fiscal, pues disciplinar y mejorar la calidad de su gasto, reducir a su mínima expresión el clientelismo y el rentismo que han llevado hasta niveles sin precedentes, erosionaría de manera significativa su base de sustentación política. Y, sobre todo, cerraría el “flujo de caja” que está permitiendo que los peledeístas se enriquezcan hasta la tercera generación a costillas del Presupuesto Nacional. ¿Quién dijo que eso es incoherencia?