“Como sin duda está informado, hace unos años hice una crítica severa a la política del gobierno respecto a la inmigración de origen haitiano, lo que me acarreó muchas críticas de periodistas y políticos dominicanos. Que, pese a ese antecedente, se me concediera este premio habla muy bien del espíritu democrático, tolerante y abierto que por fortuna parece prevalecer en el país”. ¿Seguirá opinando lo mismo Mario Vargas Llosa, premio Nobel de Literatura 2010, luego de que el vocero del gobierno, Roberto Rodríguez Marchena, calificó el premio Pedro Henríquez Ureña que le otorgó el Ministerio de Cultura como una “imprudencia política?” En realidad, Marchena fue mucho mas lejos al darle la razón a quienes han expresado su indignación por el otorgamiento de ese premio, “debido a lo desconsiderado e irrespetuoso que fue el reconocido novelista”. Imagino que en medio de su desconcierto lo primero que se preguntará el escritor peruano es si Rodríguez Marchena habló en nombre del mismo gobierno que a través de su Ministerio de Cultura le otorgó “esa generosa distinción”, con la que ya premió al escritor y humanista puertorriqueño Luis Rafael Sánchez, al poeta nicaraguense Ernesto Cardenal y al escritor Eduardo Galeano, pues debe resultarle muy difícil entender tamaña incongruencia. Por eso creo que cuando se entere de sus declaraciones tendrá que reconsiderar los términos de la carta con la que agradeció el reconocimiento, pues no son precisamente un ejemplo “de espíritu democrático, tolerante y abierto”, ya que el gobierno que se lo otorgó acaba de renunciar, por miedo al qué dirán de los beligerantes y ruidosos grupos nacionalistas, a esos principios, en nombre de la politiquería electorera y barata.