Indiferencia endémica

Indiferencia endémica

Es asombroso cómo la autoridad pasa por alto el crimen ecológico que se comete ante sus narices. En San Cristóbal, las brigadas de extracción de materiales, con todo y sus pesados camiones, operan abiertamente sin que ninguna autoridad se tome el trabajo de impedirlo. Hay en la defensa de los recursos naturales una debilidad endémica, enraizada por mucho tiempo, o una indiferencia perversa que impide accionar con toda la fuerza de la ley contra el delito ambiental que acaba con flora, fauna y fuentes de agua potable.
El Senador por San Cristóbal, Tommy Galán, denuncia que diariamente son extraídas de los ríos Nigua y Yubaso cientos de toneladas de arena, grava y gravilla, con efectos desastrosos para estas fuentes fluviales. Esta desatención al medio ambiente y los recursos naturales parece una antorcha que pasa de mano en mano entre los responsables de actuar contra el crimen ecológico.
Las autoridades le huyen tanto a los costos políticos que les acarrearía actuar contra esta depredación, que pierden de vista los pasivos ambientales determinantes del calentamiento y la escasez de lluvias, cada vez más acentuados sobre nuestro territorio. Es grave que el afán de lucro de unos pocos y la indiferencia de autoridades atadas a organizaciones políticas estén acabando con los elementos que sustentan la vida.

Feminización de la pobreza

A pesar de los grandes esfuerzos que hacen por su preparación y su extraordinario papel en la estructura familiar, la mujer sigue en desventaja ante el hombre, discriminada y empujada a la pobreza. La vicepresidenta Margarita Cedeño de Fernández ilustra esta realidad con un estudio revelador, que señala que en las estadísticas de la pobreza, la mujer carga con el 70 por ciento. A estos datos hay que sumar la discriminación en términos de oportunidades de trabajo, nivel salarial y ejercicio del derecho a participar de la toma de decisiones.

Sin duda alguna, las brechas sociales han encapsulado en el género femenino la mayor proporción de pobreza, en una rampante violación de los derechos de igualdad consagrados en el papel y que se esfuman en los hechos. Hasta las cifras del crimen de género plasman esta lamentable realidad.

 

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