La industria textil mundial podría recibir un duro golpe con la reducción en el consumo femenino. Según Steve Rowe, máximo responsable de la cadena británica Marks & Spencer, un 60% de las mujeres compran menos ropa que hace diez años. En Estados Unidos los grandes almacenes Kohls están observando una tendencia similar y su responsable ejecutivo explicó los malos resultados de la compañía de la siguiente forma: «No están comprando ropa, esa es la respuesta, así de simple».
Según una publicación del diario español El Mundo, este panorama puede explicarse en parte desde un punto de vista demográfico. Según Rowe, el perfil del principal cliente de M&S es el de una mujer en sus cincuenta años. En la cadena británica Debenhams su «Claire», de 41 años, compra artículos de moda y belleza y disfruta de un prosecco en el restaurante de la tienda.
El problema es que las mujeres de más edad compran menos ropa. Los millennials siguen comprando por doquier -no quieren que se les vea en los selfies llevando el mismo modelo-. Pero no tienen mucho dinero que gastar, lo que significa más artículos pero más baratos como los de H&M o Primark.
Por otra parte, actualmente hay pocas tendencias marcadas que lleven a las mujeres a buscar esos nuevos estilos. Y el dinero se gasta en otras áreas como la cosmética, la tecnología, las vacaciones o una comida en un restaurante. Y cuando las mujeres gastan en ropas nuevas, buscan una buena relación calidad-precio, según Poonam Goyal de Bloomberg Intelligence, lo que impulsa el segmento de mercado más accesible como TJX, que opera la cadena T.J. Maxx (también conocido como T.K. Maxx en el Reino Unido).
Esto presenta una situación difícil para los distribuidores textiles, especialmente los de gama media, que se ven atrapados entre las cadenas chic más baratas donde compra la clientela más joven y las tiendas más exclusivas. Y los inversores están prestando atención. En el Reino Unido, el valor de mercado de cadenas como M&S, Next y Debenhams ha caído por la disminución de las ventas.
En Estados Unidos los malos resultados esta temporada reflejan las dificultades que atraviesan los operadores de grandes almacenes como Macy’s, Nordstrom, Kohls y J.C. Penny, para los que la ropa es una parte significativa de los ingresos. Otros distribuidores más especializados como Gap también están teniendo problemas, mientras que Aeropostale, la cadena para adolescentes, se declaró en quiebra a principios de este mes.
La respuesta no es, sin duda, un recorte de los precios. Los distribuidores textiles han bajado precios en ambos lados del Atlántico y no han conseguido impulsar la demanda. Incluso si la tendencia de los vaqueros rotos, por ejemplo, se convirtiese en una fiebre no sería suficiente. La única opción es eliminar el exceso de capacidad.
Algunos distribuidores textiles del Reino Unido ya han comenzado a dar marcha atrás, bien por elección propia o bien por los fracasos de las empresas.