Inestabilidad de las ambiciones

Inestabilidad de las ambiciones

El transfuguismo como pan nuestro de cada día expone un retroceso en el papel que los partidos políticos deben cumplir en el juego democrático. Un preludio de ausencia de perfiles, individualidad y contenido en las ofertas al electorado. Da lo mismo uno que otro, y por tanto, para aquellos que llevan la política como medio para salir gananciosos en términos personales, da lo mismo uno que otro. Quienes están cambiando fácilmente de chaqueta parecen reaccionar más que nada a las expectativas que se crean en sus propósitos de ser candidatos.

Les motivan perspectivas de obtener más votos a partir de mejores posibilidades, reales o ficticias, o promesas de mayor financiamiento que de pronto les preludian las siglas a las que se van sobre aquellas que dejan.

Lo que ocurre en estos momentos con deserciones cotidianas acentúa la imagen negativa que ciertos núcleos partidarios proyectan y que las encuestas suelen reflejar. Las deserciones causan la impresión de que lo que más mueve a muchos políticos de hoy (fuera de los notables hombres y mujeres con historia que marcan la diferencia) es agenciarse cuotas de poder sin contraer compromisos programáticos con el país y los votantes para merecer su confianza. En este momento no hay debate sobre agendas, prioridades y estrategias a emplear para sacar al país de sus pesares. Rebatiñas y conciliábulos de dedos ocupan el espacio.

Prometedora opción exterior

El proyecto de contratar profesores extranjeros para reforzar la formación de los locales y duplicar el buen recurso docente, ante deficiencias que es urgente remediar, merece aprobación. Si carecemos de educadores propios para ejercicios magisteriales exigentes que aquí han sido descuidados, ese vacío debe llenarse con el talento que esté disponible favorablemente en otros países.

No sería la primera vez que este país se enriquece en lo intelectual, pedagógico y artístico gracias a gente de fuera que hace su llegada. Aquella inmigración procedente de España, que estuvo motivada por la guerra civil en el decenio de los treinta, funcionó como un excelente trasplante de gente muy valiosa para la República Dominicana. Hizo historia y dejó huellas imborrables y productiva descendencia.

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