Inflación británica se mantuvo en mayor nivel en cinco años

Inflación británica se mantuvo en mayor nivel en cinco años

La inflación británica se mantuvo en octubre en el mayor nivel en cinco años y medio en tanto el combustible para automóviles más barato compensó el creciente costo de los alimentos.
Los precios al consumidor subieron 3 por ciento respecto de igual mes del año pasado, dijo la Oficina Nacional de Estadísticas (ONS por la sigla en inglés). Los economistas habían estimado que la inflación se aceleraría a 3,1 por ciento.

Eso significa que el gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, no ha tenido que escribir al ministro de Hacienda, Philip Hammond, para explicar por qué la inflación está más de un punto porcentual por encima de la meta de 2 por ciento, si bien los funcionarios estiman que pronto superará ese nivel.

Las autoridades subieron la tasa de interés clave este mes por primera vez en más de 10 años, a los efectos de combatir el creciente costo de vida.

Impulsaron la aceleración de la inflación los precios de los alimentos, que subieron 4,2 por ciento en el año hasta octubre, el mayor porcentaje en cuatro años. Los precios de los alimentos aumentaron 0,6 por ciento en el mes. El incremento refleja el mayor precio de las importaciones como consecuencia de la declinación de casi 12 por ciento de la libra desde el referéndum sobre el Brexit del año pasado.

También hubo una presión ascendente de los precios de la electricidad luego de que Centrica Plc subiera las tarifas eléctricas 12,5 por ciento.

La presión a la baja procedió de los precios más bajos de la gasolina. El costo del combustible de los automóviles bajó 0,4 por ciento en el mes, en comparación con un aumento de 2,3 por ciento de igual mes del año pasado.

La libra se debilitó tras la difusión de los datos y declinó 0,3 por ciento a las 09:32 hora de Londres, a US$1,3081.

La inflación podría estar ahora cerca de un pico y el banco central pronostica una desaceleración en los próximos meses y en 2018. Será un alivio para los consumidores británicos, que ven reducirse su poder adquisitivo en tanto el crecimiento de los salarios no sigue el ritmo de la inflación.

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