Inseguridad y paranoia

Inseguridad y paranoia

Los dominicanos pagan doble precio por una seguridad que, de todos modos, no disfrutan. Con parte de sus contribuciones al fisco se pagan los sueldos y costos de dependencias oficiales que deberían garantizarles protección. Y a la larga, en cada hogar hay que invertir adicionalmente sumas importantes para resguardar el hogar del ingreso de malhechores. Esto hace que las viviendas, con las rejas metálicas que protejen sus puertas y ventanas, parezcan más recintos carcelarios que hogares.

El aumento de la delincuencia y el indudable afianzamiento de la impunidad ha generado otros gastos que agravan el problema de la inseguridad. Muchos dominicanos tratan de cubrir con la adquisición de armas de fuego la seguridad que no les provee el Estado. La proliferación de armas ilegales en manos de los delincuentes ha estimulado la compra y porte legal de estos artefactos y esto empeora las cosas.

Las autoridades no garantizan seguridad adecuada ni asumen con el énfasis necesario operaciones para recoger la gran cantidad de armas ilegales en las calles, armas que muchas veces son usadas para asesinar policías y militares para desarmarlos. Y para colmo de males, el Estado le saca beneficio al negocio de las armas legales. La inseguridad ha alterado el estilo de vida de los dominicanos, que tienen que vivir tras las rejas y desconfiando de todo el mundo.

 SOLIDARIDAD Y SOBERANÍA 

El 15 de junio de este año concluye el programa oficial que permitiría a los extranjeros que residen ilegalmente en el país regularizar su estatus migratorio, y el Presidente de la República ha dicho y reiterado que no habrá prórroga. Lo que seguirá después es la repatriación de todo extranjero que no haya llenado los requisitos para regularizar su situación. El presidente Danilo Medina ha dado garantías de que las repatriaciones se harán con absoluto respeto de los derechos humanos.
La República Dominicana no puede ser con Haití más solidaria de lo que ha sido y tiene derecho de hacer valer su soberanía como Estado. Los haitianos que no lograron regularizar su estada por falta de la documentación necesaria, tienen un reproche que hacerle al Gobierno de su país, pues no hizo el esfuerzo necesario para documentarlos.

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