La sociedad tiene la necesidad de no demorar más la renovación o transformación de la policía nacional, para adecuarla a los tiempos. De no hacerlo ahora, el país pagaría un alto precio.
Pulseando en un intrincado juego de poder, se siguen imponiendo intereses que desde dentro y fuera de la Policía Nacional erigen una barrera a la apremiante necesidad de adecuar la institución al siglo XXI, a las demandas de una sociedad globalizada a la que la delincuencia y el narcotráfico le han declarado la guerra.
Una y otra vez se obstruye la pregonada reforma, una tarea compleja, un proceso de transformaciones inevitablemente lento que, si bien puede acelerarse con acciones inmediatas, algunas metas deberán proyectarse a más largo plazo.
La creación de un nuevo sistema policial no puede postergarse, y para lograrlo es primordial cambiar el enfoque, que tiende a ser fragmentario, muy parcial. Debe primar una visión integral, global, pues la PN pasó de una entidad monolítica a un conjunto de segmentos policiales adicionados al cuerpo del orden o policía de gris: las policías especializadas en tránsito, tráfico de drogas, escolar, forestal, turística, municipal y científica.
Como rector de la reforma expertos recomiendan un organismo externo, otros sugieren el Consejo Superior Policial, de modo que el mando esté unificado. Desde esa instancia creen viable elaborar los planes estratégicos y su desarrollo. Algunos pasos están dados, otros formulados, lo que procede es sistematizar unas, coordinar otras, darles direccionalidad en un plan de trabajo. Previamente, definir el modelo conceptual, sus componentes, los principios que lo rijan.
Un propósito. Generalmente sólo se hace referencia a la policía de gris, que se hizo obsoleta, envejeció. Reformarla implica cambiar el concepto completo. Tras el régimen balaguerista, quedó en una indefinición, por lo que hay que darle una misión, un propósito. Intentos en tal sentido han fracasado, y es que proclamar que se va a redefinir la PN como guardián de la seguridad ciudadana no significa que eso se haga realidad, que se introduzca en todos sus intersticios y la transforme, no sólo estructuralmente, sino su comportamiento, que los principios que acompañan ese propósito normen su conducta. El gran reto es cambiar la cultura policial arraigada en tiempos de Trujillo y Balaguer.
Dada la fuerte oposición, para materializar los cambios habrá que contar con estrategas diestros, gestores de reforma que sobre la mesa contrapongan la urgencia de seguridad pública a los intereses que la frenan, convenciendo de que a la postre nadie escapará a los tentáculos de la delincuencia.
Reestructuración. Con los segmentos que la integran se podría reconstruir una PN acorde con la sociedad de la información y del conocimiento. Determinar cómo debe desarrollarse cada componente, delimitar su ámbito de acción.
Es factible construir ese sistema con una base común de informática, de comunicación interna entre todos los segmentos, cada uno suministrando información hacia una base común, y así crear una policía poderosa frente a la delincuencia. La cantidad de información aumentaría su poder, le ayudará a formar el perfil de los delitos, prevenir, acertar.
Un paso vital será especializar el personal en sus funciones específicas, definiendo el perfil para cada segmento, en base al cual se reclutarán.
Reestructurar la PN es una prioridad, pero no bastará para combatir la delincuencia si concomitantemente no se atacan de raíz sus orígenes. Un proyecto de reforma no resolverá el problema delincuencial si no lo acompañan medidas que cambien la situación imperante en los últimos años. Es muy importante la educación y las fuentes de trabajo, probablemente muchos jóvenes de barrios que se inician en la drogadicción no lo hicieran si tuviesen escolaridad, una vida digna, señala Virgilio Bello Rosa, ex Procurador.
Combatir la delincuencia, proteger la ciudadanía compete al liderazgo político, económico y social. Esa ingente tarea no se le puede dejar a la PN y a la DNCD, ni siquiera sólo al Gobierno. Hemos llegado a una situación -agrega- en que toda la sociedad, encabezada por el Presidente y las autoridades, tiene que involucrarse. No se trata sólo de un problema policial, ni siquiera de la justicia, que debe jugar un rol importante en este proceso.
Como una corresponsabilidad ciudadana y del Estado la define el jefe de la PN, mayor general Rafael Guillermo Guzmán Fermín: __No podemos pretender que la seguridad pública recae sólo en la PN. Es una ecuación donde están la PN, el Ministerio Público, los jueces, el sistema penal, para hacer un trabajo mancomunado. A la delincuencia se le debe buscar el origen, que puede estar en la exclusión social, falta de educación y salud, de valores en la familia.
Reformar la PN no es una acción aislada, sí impostergable. Y hay que empezar.
Recomendaciones. Como paso inicial el presidente de la CNDH, Manuel María Mercedes propone reorientar la comisión de reforma, por no cumplir su rol. Someter a la PN a profundos cambios desde el reclutamiento a la estructura. Educar, crear procesos de concienciación que erradiquen de raíz la idea de que es un organismo militar.
__Dotarla de recursos y autonomía presupuestaria para que deje de ser dependencia exclusiva del Ejecutivo, y no haya que estar dándole dádivas. La PN no tiene cómo ejecutar sus planes, mejorar la calidad de vida de los policías, se daña una flotilla de vehículos y hay que acudir al Presidente. La seguridad de una nación no puede manejarse así.
Las infraestructuras deben ser mejoradas. El 90% de los recintos son alquilados, por eso la PN no puede repararlos para operar dignamente, algunos parecen pocilgas, dice Pedro de Jesús Candelier, ex jefe policial. Es un panorama tétrico, y hablamos de modernismo, pero si no se brinda seguridad a la ciudadanía no hay desarrollo ni hay progreso. Ascensos
La reforma de la PN debe incluir los mecanismos de ascenso. En ese proceso hay muchas injusticias, violación a su ley , desconsideración, degradación. Es una exageración la cantidad de generales, coroneles, mayores. Eso hay que erradicarlo, ha permitido fortalecer la corrupción, afirma Manuel María Mercedes.
En los ascensos pesa mucho el favoritismo, agentes con diez o quince años sin pasar de sargento, y una pequeña élite que en diez años ya son coroneles y generales, eso ocurre en todos los gobiernos, dice Bello Rosa, y agrega:
__ Muy importante es el ejemplo de los superiores. Si para ascender o ser jefe de la PN lo único que tiene que hacer es congraciarse y buscar prebendas con un político, un funcionario, con el Presidente de la República, así no habrá una PN profesionalizada.
__Lo que hace un jefe de la PN, cualquiera de los que lo han sido, es agenciarse la buena voluntad del Presidente, haciéndole el floreo, cosas que le agraden. Eso hay que cambiarlo, no sólo en la PN, también en las FFAA, entre los civiles, lo que cuenta es el amiguismo, el enllavismo. A los altos puestos hay que llegar por el escalafón, su capacidad, posición gerencial, comportamiento, disposición.
Las frases
Virgilio Bello Rosa
Al ingresar a la PN no basta ser bachiller, hay que determinar si tiene aptitudes, vocación de servicio. Y para seguir, estar dispuesto a cumplir estrictamente las normas. Si no, darle de baja.
Domingo P. Rojas Nina
Pido al presidente Leonel Fernández una nueva reforma policial. No podemos permitir que la PN se resquiebre, no se la puede desmantelar. Ahí hay muchos hombres calificados, honestos.
Rafael G. Guzmán F.
Tenemos expertos muy buenos, pero vamos a ser más profesionales, porque estamos ante un Código Procesal Penal que nos exige el elemento probatorio, las evidencias ante los tribunales.
Manuel M. Mercedes
Aspiro que el jefe de la PN no lo designe el Presidente, pues así tiene carácter político, y los generales coquetean para llegar. Hay que llegar a las posiciones por méritos, no por cabildeos políticos.
Pedro de J.. Candelier
Con una comisión que haga lo que diga el Gobierno no se hace una reforma, la sociedad debe participar, Finjus, los empresarios, la iglesia, que hagan una verdadera reforma y se cumpla.