Intranquilidad acrecentada

Intranquilidad acrecentada

Los dominicanos tenemos que lamentar el hecho de tener que ser testigos de una disparidad interna del partido en el poder político, que pone la Constitución a merced de interpretaciones acomodadas a las ambiciones de grupos. Y si antes de la alocución del expresidente Leonel Fernández existía en nuestra sociedad la intranquilidad que él invocara al inicio de su discurso, después de su exposición queda la sensación de que se ha echado más leña al fuego.

La figura del referendo, como pieza clave para la validación de ciertos cambios en la Constitución votada el 26 de enero de 2010, es puesta a la vista del país con notaciones contradictorias a propósito de la intención de restaurar la reelección presidencial. Así, mientras unos pocos dicen que es requisito obligado, otros, que son mayoría, dicen que no es necesario. La interpretación de la Carta Magna acomodándola a intereses no debería ser la enseñanza que el partido en el poder le da a los dominicanos.

Las posiciones inflexibles de las facciones son, ciertamente, causa de intranquilidad, que se agrava porque están en entredicho decisiones de un organismo de dirección cuya autoridad se supone por encima de los intereses de sectores. Somos testigos de un espectáculo en que un partido que alguna vez sembró esperanza institucional, de pronto se iguala a los que fueron blanco por excelencia de sus ataques.

Hospitales bajo fuerte presión

Los servicios de emergencia de los centros asistenciales cercanos a sectores con altos índices de violencia están sometidos a presiones que en ocasiones ponen en riesgo la integridad física de pacientes y personal. Ese es el caso del hospital Félix María Goico, donde ocurren con frecuencia conatos de violencia entre pacientes que son llevados por ambulancias del 911 y los que llegan desde los diferentes puntos de Villa Consuelo, una zona con altos índices de delincuencia y violencia. Desde el cierre del Luis Eduardo Aybar, el hospital Moscoso Puello está en situación parecida.
Para aliviar esa presión, que inclusive perjudica la calidad de los servicios, se requiere que el Ministerio de Salud Pública y otras instancias amplíen las áreas de emergencia, mejoren la subvención mensual que reciben estos centros y refuercen su seguridad.

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